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The Andromeda Strain
(The Andromeda Strain)
Universal Pictures, 1971
Estados Unidos, 131 minutos

Dirigida por Robert Wise
Escrita por Nelson Gidding, basado en la novela de Michael Crichton
Editada por Stuart Gilmore y John W. Holmes

Elenco:
Arthur Hill ... Dr. Jeremy Stone
David Wayne ... Dr. Charles Dutton
James Olson ... Dr. Mark Hall
Kate Reid ... Dr. Ruth Leavitt
Paula Kelly ... Karen Anson
George Mitchell ... Jackson

Imágenes © 1971 Universal Pictures

Como muchas otras personas, pasé mi infancia bajo el cálido cobijo de la televisión, despertando así temprano interés por el género fantástico, que eventualmente se transformaría en mi obsesión por la ciencia ficción y el terror. Pero si el cine y la televisión llamaron mi corta atención con sus vistosas imágenes y sus llamativos sonidos, fue realmente en la literatura donde encontré el auténtico potencial de esos géneros, que iba mucho más allá de naves espaciales y criaturas del pantano.

"The Andromeda Strain", de Michael Crichton, fue uno de esos seminales libros que abrieron mi mente, enseñándome que la ciencia ficción no estaba limitada a contar las aventuras de un granjero espacial y sus dos robots, sino que podía tomar conceptos perfectamente terrenales para examinarlos desde nuevas perspectivas, especulando sobre posibilidades inesperadas, imaginarias o increíbles, pero firmemente establecidas en el plano de lo posible, enseñándonos de paso la falibilidad, esperanzas y potencial de la experiencia humana.

Y el potencial del excesivo uso de adjetivos.

Entonces, años después de su estreno en 1971, vi la película "The Andromeda Strain", basada en el libro que tanto me gustó de niño, y comprendí que el mismo criterio aplicaba al cine: aunque al mayor parte de la ciencia ficción fílmica estuviera dedicada a efectos especiales y chicas en bikinis plateados, había cineastas interesados en las ideas... en conceptos que no buscan sorprender a nivel visual, sino intelectual, mostrando nuevos ángulos de viejos temas.

"The Andromeda Strain" detalla el primer encuentro de la humanidad con un organismo extraterrestre. Pero no hay alienígenas grises ni verdes, ni tiernos E.T.s que nos muestren el poder del amor; no, el organismo extraterrestre es un microbio que llega a la Tierra cuando un satélite pierde su órbita y cae sobre el pequeño pueblo de Piedmont, en Nuevo México, Estados Unidos.

Tras perder el contacto con el gobierno de la minúscula comunidad (menos de 100 habitantes), un par de científicos acuden al lugar, descubriendo cadáveres por doquier. Tras una corta investigación descubren que la causa de la muerte fue una extraña condición en la sangre... y también descubren dos sobrevivientes: un bebé que llora constantemente y un anciano alcohólico.

Afortunadamente el gobierno tenía contemplada una situación similar, y durante las misiones lunares de los años sesentas desarrolló el proyecto Wildfire: un modernísimo laboratorio equipado con los últimos avances científicos, ubicado en mitad del desierto, para investigar contagios extraterrestres. Ahí llegan cinco destacados expertos en distintas ramas de la medicina, química y astronomía, y luego del riguroso proceso de esterilización, se enfrentan al micro-organismo que causó la muerte a los habitantes de Piedmont.

La investigación es pausada y meticulosa. Además de localizar el micro-organismo (al que se le asigna el nombre "Andrómeda") en el satélite caído, los científicos tratan de aislar el modo de contagio, el medio ideal para la reproducción de la infección y, si es posible, un antídoto. Mientras tanto, el gobierno debate la posibilidad de detonar una bomba atómica sobre Piedmont, para esterilizar la zona y evitar que el contagio se convierta en epidemia.

Entonces, ocurre algo raro: un avión militar que sobrevuela Piedmont se estrella cuando inexplicablemente se disuelven todos sus componentes plásticos; la milicia no hace la conexión entre ese evento y Andrómeda, pero los científicos descubren que el micro-organismo (de naturaleza cristalina) ha mutado, y su nueva forma puede corroer los materiales plásticos... y se alimenta de energía ¡Si detonan la bomba atómica el micro-organismo proliferará rápidamente en un ambiente rico en alimento! Afortunadamente los científicos logran comunicar sus descubrimientos y el gobierno cancela el bombardeo sobre Piedmont; pero en cuanto resuelven esa crisis, encuentran otra: Andrómeda ha corroído los sellos de los contenedores donde reside, y se ha extendido por toda la base Wildfire, provocando la respuesta automática en caso de infección... otra bomba atómica, diseñada para prevenir que cualquier virus, bacteria o contagio saliera del complejo. Entonces, el grupo de cinco científicos deberá encontrar la forma de detener la detonación, no sólo para salvar sus vidas, sino para evitar la proliferación de Andrómeda por todo el mundo...

El director Robert Wise, famoso por su celo narrativo y su atención al detalle, sin duda vio la posibilidad de continuar la tendencia cerebral y casi filosófica de la ciencia ficción establecida por "2001" unos años atrás. Y si bien "The Andromeda Strain" no es tan conocida, ni tiene efectos especiales tan elaborados, es sin duda una digna sucesora que igualmente emplea elementos fantásticos (pero totalmente plausibles) para examinar la futilidad de la tecnología y el valor del espíritu humano... o viceversa.

Es interesante contemplar que, tras años de ciencia ficción centrada en invasiones extraterrestres, expediciones a Marte y robots asesinos, la década de los setentas vio un resurgimiento de temas más sombríos y realistas que genuinamente cayeron dentro de lo que el escritor Harlan Ellison describe como "especulación científica". Cintas como "The Andromeda Strain" y la mencionada "2001", junto con "The Planet of the Apes", "Silent Running" y hasta "Zardoz" no buscan sorprendernos con las maravillas del futuro, sino señalar la eventual degradación humana, mental, física y social, que se vislumbraba desde entonces y que, en muchas instancias, era ocasionada por la excesiva confianza en la tecnología. Es interesante señalar que la supuesta "ciencia ficción" contemporánea se ha revertido a los huecos pero entretenidos espectáculos de antaño, reduciendo su enfoque a las mismas homilías morales que proponen una división exacta entre "bien y mal", y aclamando la tecnología como la respuesta a todas las situaciones. ¿Quiénes tienen razón? Sospecho que nadie. O ambos. Después de todo, entre más sabemos, más nos damos cuenta de lo que no sabemos.

En vista de todo eso, "The Andromeda Strain" podrá parecer hoy lenta, aburrida y risiblemente anticuada, pero el suspenso que genera con sus primitivos recursos y el mensaje que transmite sobre la ambigua utilidad de la tecnología sigue vigente. De cualquier modo, aún sin buscar significados adicionales, sigue siendo una apasionante película que combina perfectamente suspenso, auténtica ciencia ficción y un estilo visual clínico y realista que, a pesar de ello, nunca pierde de vista el elemento humano... ni sus fallas ni su posible redención. El canal norteamericano A&E planea un "re-make" en forma de miniserie para el año 2008, y casi temo el resultado: atractivos actores televisivos (ex-modelos, seguramente) en el papel de solemnes científicos, acompañados por abundantes efectos digitales sin respaldo narrativo. Quizás, después de todo, el exceso de tecnología es un peligro del que nunca escaparemos.

Pablo del Moral

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