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The Big Sleep
(The Big Sleep)

Warner Bros., 1946
114 minutos

Dirigida por Howard Hawks
Escrita por William Faulkner, Leigh Brackett y Jules Furthman, basados en la novela de Raymond Chandler
Editada por Christian Nyby

Elenco:
Humphrey Bogart .... Philip Marlowe
Lauren Bacall .... Vivian Sternwood
John Ridgely .... Eddie Mars
Martha Vickers .... Carmen Sternwood
Dorothy Malone .... Vendedora de Libros
Peggy Knudsen .... Mona Mars
Regis Toomey .... Inspector Ohls
Charles Waldron .... General Sternwood
Bob Steele .... Canino

Imágenes © 1946 Warner Bros.

Aunque la clásica "El Halcón Maltés" ha recibido mucha más publicidad y fama como la seminal obra de cine "noir", es en mi opinión "The Big Sleep" la que más fielmente retrata los detalles narrativos y estilísticos de ese género literario, tan fácilmente imitado en su forma pero tan difícil de evocar en su fondo: el misterio detectivesco que dominó junto con la ciencia ficción el panorama literario popular en los Estados Unidos durante la Gran Depresión.

Tan laberíntica es la historia que se narra en la película como la que hay atrás de la filmación: "The Big Sleep" se filmó en 1944, pero a raíz del éxito de "To Have and Have Not" (dirigida también por Hawks y también protagonizada por Humphrey Bogart y Lauren Bacall) se decidió agregar escenas que enfatizaran el subtexto romántico entre Bogart y Bacall, que se casarían unos meses luego de completarse la cinta. Finalmente la película se estrenó hasta 1946, explotando de paso los escándalos románticos en la vida real de los protagonistas.

Las historias sobre la filmación son legendarias... el alcoholismo de Bogart, el perfeccionismo de Hawks, el amargo divorcio de Bogart y su esposa para luego enamorarse de Bacall, más de veinte años más joven que él, la insistencia del estudio por un argumento más comprensible y la afortunada elección de William Faulkner como parte del equipo de guionistas... todo ello puede o no ser cierto; lo que se mantiene es el fantástico resultado: "The Big Sleep" es un tremendo logro en todos los aspectos, respetando (en lo posible, dados los estrictos lineamientos de la censura de aquel entonces) la novela de Raymond Chandler, la primera que escribió sobre su perenne detective Philip Marlowe, y la que daría origen a la avalancha de cintas que trataron de copiar el estilo pero nunca la complejidad de sus cínicas, violentas y crudas narrativas.

La cinta comienza con la visita que hace el detective Marlowe (Humphrey Bogart) a la mansión del General Sternwood (Charles Waldron), un decrépito pero honorable hombre, conciente de los vicios y transgresiones de sus libertinas hijas, pero resignado a mantener en lo posible el buen nombre de la familia. Al parecer la hija menor, Carmen (Martha Vickers) ha incurrido en severas deudas de juego, incobrables por vía legal, pero útiles como medio de extorsión contra el adinerado General. Es por eso que ha llamado a Marlowe: Sternwood desea eliminar la amenaza del extorsionador de una vez por todas, quien promete sacar a la luz ciertos comprometedores hechos relacionados con Carmen a menos que se le pague una fuerte suma de dinero. Marlowe acepta el trabajo, pero incluso antes de salir de la mansión es confrontado por Vivian (Lauren Bacall), la otra hija del General. Aparentemente ella cree que su padre contrató al detective para localizar a Sean Regan, guardaespaldas e hijo postizo del General, e interés amoroso de Vivian. Marlowe, intrigado por ese malentendido y más intrigado por las volubles y amorales hijas, comienza su investigación, la cual parece efectivamente y contra su voluntad, girar alrededor de la desaparición de Regan. Conforme avanzan las pesquisas de Marlowe entran a escena varios personajes pertenecientes al submundo criminal de Los Angeles, desde pornógrafos hasta jugadores profesionales, relacionados de un modo u otro con la familia Sternwood, y afectando sus mutuos destinos sin darse cuenta. Todo ello subrayado por el cínico punto de vista de Marlowe, acostumbrado a la inmoralidad tanto del elemento criminal como de la alta sociedad, y observando impávidamente los eventos a su alrededor, como una isla de calma en la tempestad de las relaciones entre los inmiscuídos en la investigación.

No quiero revelar más de la historia, en parte para no arruinar las sorpresas, pero más porque es tan vaga y confusa que me resultaría muy difícil hacer una sinopsis coherente. De hecho, se cuenta que en algún momento el director, tan confundido como los actores, envió un telegrama al mismo Raymond Chandler, preguntándole si en la historia el chofer de la familia Sternwood había cometido suicidio o si lo habían asesinado. Chandler supuestamente respondió "Yo tampoco lo sé".

Esa es la belleza de la historia, tanto de la novela como de la película. La trama no está ahí para resolverse, sino para plantear preguntas hechas por los coloridos personajes, y poco a poco entretejer una red de relaciones directas e indirectas que forman la textura modal del género, en el que los diálogos, actitud de los personajes y sus observaciones sobre el mundo son mucho más importantes (y más entretenidas) que la mera resolución del misterio.

Los intercambios entre Bacall y Bogart son particularmente notables. No es difícil suponer que el romance entre las dos estrellas tuvo origen en los foros de "The Big Sleep". Auxiliados por los diálogos más atrevidos e insinuantes de la época, Bacall y Bogart sacan humo midiendo fuerzas y enfrentándose en memorables confrontaciones que sirven menos para avanzar el argumento y más para dibujar la ferocidad de sus personajes, en extremos opuestos de la escala social, pero gemelos en el cinismo con el que contemplan el artificial mundo de una sociedad moralista por fuera, pero corrupta por dentro, víctima privada de los mismos instintos y deseos que públicamente trata de denunciar y repudiar.

"The Big Sleep" es una joya del cine universal, muchas veces ignorada a favor de obras más "populares" como la mencionada "El Halcón Maltés" y "Casablanca", pero, creo yo, muy superior por su novedosa estructura y su compleja historia, mucho más estimulante en su ambigüedad que el predecible romance de "Casablanca". Un auténtico clásico que merece mucho más reconocimiento y un lugar especial entre aficionados al cine de detectives. Y como advertencia final, por favor no confundir el original de 1946 con el atroz "remake" de 1976, con Robert Mitchum como Marlowe, y con la trama inexplicablemente llevada a Londres en vez de la original locación de Los Angeles... ¿en qué estaban pensando?. Pero el remake no tiene importancia y no resta valor al original, indispensable para aficionados al cine, especialmente para quienes estén decepcionados con el hueco cine de misterio contemporáneo.

Pablo del Moral

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