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Heathers

The Parent Trap

The Haunting (1963)

Can't Hardly Wait

JFK
(JFK)

Warner Bros., 1991
206 minutos (edición del director)

Dirigida por Oliver Stone
Escrita por Oliver Stone y Zachary Sklar, basados en los libros de Jim Garrison y Jim Marrs
Editada por Joe Hutshing y Pietro Scalia

Elenco:
Kevin Costner .... Jim Garrison
Tommy Lee Jones .... Clay Shaw
Sissy Spacek .... Liz Garrison
Gary Oldman .... Lee Harvey Oswald
Joe Pesci .... David Ferrie
Jay O. Sanders .... Lou Ivon
Michael Rooker .... Bill Broussard
Kevin Bacon .... Willie O'Keefe
Donald Sutherland .... X

Imágenes © 1991 Warner Bros.

Uno de los libros que han cambiado mi vida (otro más...) es "The Big Book of Conspiracies", que relata tal vez media centena de conspiraciones, reales e hipotéticas, alrededor de figuras y hechos históricos. No creo necesariamente que todas sean ciertas, pero es de asombrarse el número de "teorías" que han sido propuestas por excéntricos investigadores (por llamarles de algún modo amable) que, con el paso del tiempo, se han vuelto realidad. Un par de ejemplos: los experimentos de control mental del programa MK-ULTRA que realizó la CIA durante los años cincuentas; meros rumores hasta que la CIA misma confesó su realidad y se disculpó públicamente; y los "imaginativos" (alguien diría "ridículos") planes, también de la CIA naturalmente, para asesinar a Fidel Castro durante los sesentas: meras leyendas urbanas un día, y realidades históricas al siguiente, gracias a la famosa Acta de Libertad de Información.

Lo que me enseñó el libro, en resumen, es que la realidad puede ser (y muchas veces es) más extraña incluso que la más febril ficción, y que casi siempre las apariencias ocultan una realidad distinta a la que proyectan. Es por eso que aprecio la película "JFK"; pública y desvergonzadamente airea cuestiones sobre el asesinato de John F. Kennedy que normalmente son repudiadas por los medios masivos, pues contradicen la tácita idea de la infalibilidad del Gobierno y su sacrosanta preocupación por los intereses del pueblo.

Luego de esta película, muchos han calificado a Oliver Stone de paranoico y antipatriota, pero cualquier somero análisis sobre la investigación del asesinato de Kennedy arroja coincidencias y hechos tan bizarros que lo que finalmente se muestra en la pantalla es una versión mucho más sobria y sutil de los supuestos sucesos alrededor del trágico evento.

La película comienza con una explicación sobre el panorama económico, político y social del mundo, especialmente de los Estados Unidos, durante la primera mitad de los sesentas. Con su clásico estilo que combina lo documental y los malabares de la cinematografía de MTV, Stone sienta las bases ideológicas de los culpables de la conspiración contra el presidente de los Estados Unidos. A continuación, vemos al protagonista de la historia, Jim Garrison, el fiscal de distrito en Nueva Orleans, reaccionar junto con la nación ante los eventos del 22 de Noviembre de 1963. También vemos que no todas las manifestaciones son de tristeza. Evidentemente las políticas de Kennedy no eran bien vistas por todos, y a más de uno le alegra el trágico suceso. Luego, saltando varios años en el futuro, vemos a Garrison examinando casi obsesivamente el reporte Warren, producto de la supuestamente exhaustiva investigación que se realizó sobre el magnicidio. Garrison encuentra numerosas inconsistencias, errores y francas muestras de ineptitud que sugieren algo sospechoso en el tratamiento que se dió a la investigación. Así, haciendo acopio de valor, el fiscal decide re-abrir el caso y basándose en pistas con años de antigüedad, vuelve a investigar los hechos para llevar a la justicia al culpable o culpables reales. Lo que Garrison no consideró fué el tremendo revuelo que su causa ocasionaría y el peligro que correrían él y sus asistentes al inmiscuirse en asuntos que entidades poderosas, posiblemente gubernamentales, prefieren mantener en la obscuridad. Eventualmente las pesquisas los llevan a dos extraños hombres, David Ferry y Clay Shaw, quienes comparten conexiones muy sospechosas con la CIA, la mafia, exiliados cubanos, Lee Harvey Oswald y su asesino Jack Ruby... en fin, con todos los posibles sospechosos con la capacidad de implementar un golpe como el asesinato de un presidente. El juicio contra Clay Shaw, alejándose un poco de la realidad para beneficio del dramatismo, funciona como motivo para exhibir las pruebas en contra de la clásica teoría del "asesino solitario", es decir, Lee Harvey Oswald, y para ilustrar al juzgado (al público, en realidad), sobre la evidencia de una conspiración que alcanza niveles elevadísimos del gobierno estadounidense.

Desde luego, como la historia misma dicta, los resultados del juicio son deprimentes y tal vez erróneos. Pero el propósito de Stone no era hacer una cinta en la que el héroe triunfa sobre la adversidad. Su propósito era abrir los ojos del espectados e invitarlo a considerar alernativas poco difundidas y hasta ridiculizadas por los medios masivos (ese es su trabajo, desde luego), pero válidas por explorar un ángulo más siniestro, con mejor evidencia y credibilidad, pero tradicionalmente denigrado por el establecimiento.

Y quien no crea un ápice de lo que expone la cinta, no podrá negar que como entretenimiento es extraordinaria. El seco tema legal es elevado por los altos valores de producción, desde la frenética fotografía que da dinamismo a los estériles procedimientos, hasta la cuidadosa dirección de Stone, a la vez exhuberante y precisa, regodeándose en excesos estilísticos pero con la mirada fija en el flujo narrativo.

Paranoica o no, escandalosa y amarillista o valiente y honesta, "JFK" es una película única, que merece respeto por sus logros técnicos; y para quien tenga la mente abierta, es un paraíso de especulación fundamentada, que por lo menos nos pondrá a pensar sobre la validez de lo que consideramos "cierto" y de los propósitos ocultos de aquellos que nos gobiernan.


Pablo del Moral

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