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The Haunting (1963)

Can't Hardly Wait

M
(M)
Nero Films, 1931
117 minutos

Dirigida por Fritz Lang
Escrita por Paul Falkenberg, Egon Jacobson, Adolf Jansen, Fritz Lang, Karl Vash y Thea von Harbou
Editada por Paul Falkenberg

Elenco:
Peter Lorre .... Franz Beckert
Otto Wernicke .... Inspector Lohmann
Theodor Loos .... Comisionado Groeber
Gustaf Gründgens .... Schraenker
Friedrich Gnaß .... Franz el Ladrón
Inge Landgut .... Elsie Beckmann

Imágenes © 1931 Nero Films

Es notable toparnos de vez en vez con una película que, a pesar de sus limitados recursos económicos y técnicos, resulta mucho más exitosa en su narrativa que la mayor parte de las películas contemporáneas. Cuando además de todo se trata de una película filmada hace casi tres cuartos de siglo, la experiencia resulta no sólo notable, sino sorprendente.

En alguna ocasión tuve oportunidadd de ver "M", pero tan dañada que era difícil apreciar la maestría del director alemán Fritz Lang y la extraordinaria cinematografía de Fritz Agno Wagner. Ahora que la película ha sido restaurada por el Archivo Cinematográfico de Munich, es posible apreciar por completo la resplandeciente (y a la vez sucia) estética expresionista tan favorecida en esa época y evidentemente adelantada a su tiempo. El estilo fílmico de "M", al igual que el de "The Cabinet of Dr. Caligari" y "Metrópolis", tienen mucho en común con el estilo actual de hacer cine. Las imaginativas tomas, los rebuscados ángulos y la implacable fotografía ponen al espectador en un estado de intranquilidad que emula el ya de por sí perturbador argumento. Incluso los consabidos clásicos de los inicios del cine, como "King Kong" y "El Fantasma de la Opera" muestran su edad con sus simples emplazamientos y su edición lineal. En Hollywood era el comienzo del cine como producto, con el potencial artístico diluido para fácil consumo popular.

Mientras tanto, del otro lado del Atlántico, los cineastas europeos buscaban nuevas y más novedosas formas de hacer cine, alejándose cada vez más del estático "teatro filmado" y buscando una voz propia... los albores de la narrativa cinematográfica, con las herramientas comunes reinventadas a través de la sensibilidad de artistas que reconocían el potencial del incipiente medio.

"M" narra la persecución de un asesino de niños en la Alemania pre-nazi. Está tenuemente basada en el auténtico caso de Peter Kürten, "El Monstruo de Dusseldorf", quien entre 1913 y 1929 asesinó brutalmente a hombres, mujeres y niños, en su esfuerzo por convertirse en el peor criminal de la historia. Baste decir que su ídolo era Jack el Destripador. En cualquier caso, "M" inicia con una perturbadora toma: una niña camina alegremente por la calle, rebotando su pelota. La cámara la sigue hasta una columna en la que hay un aviso "10,000 marcos de recompensa por la captura del asesino". Por el cartel nos enteramos que un asesino ha estado matando niños aparentemente al azar. La policía no ha podido capturarlo. Mientras leemos, la sombra de un hombre con sombrero se proyecta sobre el aviso. Una voz masculina dice: "¡Qué bonita pelota!". En otra parte de la ciudad, un ama de casa prepara la comida, consultando el reloj frecuentemente, calculando cuándo llegará su hija de la escuela. Evidentemente, nunca.

La policía está al borde de la desesperación; el ayuntamiento exige resultados, la gente clama por la aparente incompetencia de las autoridades. Así, los esfuerzos de la policía se vuelven cada vez más abusivos y autoritarios: inspección de casas a discreción, acoso de ciudadanos sospechosos, diarias redadas de antros y sitios de reunión del elemento criminal. Nada da resultado. "M" no es el tipo de película que nos mantiene en suspenso sobre la identidad del asesino. Casi desde el principio vemos al aparentemente inofensivo Franz Beckert examinándose frente al espejo, tal vez practicando su cara de inocencia. Vemos también como impulsivamente escoge a su próxima víctima. Parecería que una segunda personalidad toma el control y como un autómata, Beckert se convierte en un depredador.

Eventualmente la presión policiaca empieza a hacer estragos entre la comunidad criminal, quien además de todo está indignada por la suposición que un ser tan maligno como el asesino pudiera originarse en sus filas. Así, en parte para "limpiar" su nombre y evitar el celo policiaco y en parte para detener los asesinatos, el bajo mundo comienza por su cuenta la cacería.

Eventualmente la costumbre de silbar la tonadita de "Peer Gynt" delata a Beckert frente a los criminales. Así consiguen acorrarlarlo en una fábrica, y mediante un ingenioso y elaborado plan, lo secuestran, no para eliminarlo, sino para someterlo a juicio ante la comunidad criminal.

Una vez en el juicio, el aparentemente frío asesino pierde la compostura y pide a gritos comprensión: "¡No puedo controlar esta parte maligna de mi!" grita desesperado. El "jurado" criminal pide su muerte, pero su "abogado" señala que Beckert es un ser torturado, que no es responsable de sus actos. La película podría terminar con un tono mucho más melancólico y amargo, pero el director Fritz Lang eligió agregar un mensaje aleccionador y moralizante: Debemos cuidar a nuestros hijos y protegerlos de todo peligro, incluyendo monstruos como Beckert. Es fácil suponer que tal pegote fue agregado por Lang para dar la idea de que su película era un Servicio Público y no una feroz crítica del incipiente fascismo que germinaba en su natal Alemania. De cualquier modo la película fue respetada por la censura y se exhibió como advertencia a los padres, en beneficio de al comunidad.

Eventualmente, con el advenimiento del Reich, Lang huyó de Alemania y se instaló en los Estados Unidos, donde prosiguió su labor como director de películas del género noir. Pero aunque tal vez su obra más conocida sea "Metrópolis", es indudable que "M", por su tema y por su maestra ejecución, es el legado más valioso del fallecido director. El genial Peter Lorre, que dió funesta vida al personaje del asesino, también emigró a Hollywood, donde participó en decenas de películas, "Casablanca", entre ellas. Y aunque logró considerable reconocimiento como actor de carácter, quien lo haya visto como el vulnerable criminal Franz Beckert difícilmente lo recordará de otra manera.

"M" es una de las películas más representativas del género expresionista alemán; las herramientas de lenguaje cinematográfico y los temas de la narrativa siguen tan vigentes ahora como hace setenta años. A diferencia de otras cintas pioneras del sonido, Lang supo cuando hacer hablar a sus personajes y cuando dejar que el silencio subrayara las escenas de paranoia e intolerancia que enmarcan la cacería humana de un monstruo asesino. En mi opinión esta película es más valiosa como testimonio del avance del cine que la multi-galardonada "Citizen Kane". Pero sea como sea, pocas películas envejecen conservando el impacto y fuerza de "M".

Pablo del Moral

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