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Phantom of the Paradise
(Phantom of the Paradise)
Harbor Productions, 1974
92 minutos

Dirigida y escrita por Brian de Palma
Editada por Paul Hirsch

Elenco:
Paul Williams .... Swan
William Finley .... Winslow Leach
Jessica Harper .... Phoenix
George Memmoli .... Arnold Philbin
Gerrit Graham .... Beef

Imágenes © 1974 Harbor Productions

No soy muy aficionado a los musicales, pues (con un par de excepciones) me desagrada el modo como incorporan canciones a la narrativa. Ese momento cuando termina un parlamento y comienza la canción me "saca" de la película, haciéndome recordar que todo es un vacío espectáculo. Por eso, los musicales que mejor funcionan para mí, son aquellos que integran canciones de forma natural, debido al entorno en el que se desarrolla la película. Por ejemplo, en "The Commitments" (en la que un grupo musical busca el éxito en los barrios pobres de Irlanda) tenemos abundantes canciones, pero todas son interpretadas en escenarios y estudios de grabación. Nadie canta en la cocina o en la calle mientras llueve. Y otra excelente película que respeta la división entre diálogos y música es "Phantom of the Paradise", del simultáneamente aclamado y odiado director Brian de Palma.

De Palma ha tenido una carrera algo irregular en Hollywood, y si bien podría alegarse que ha tenido más fracasos que aciertos, sus películas caen frecuentemente en esa nebulosa área "de culto", donde un grupo pequeño, pero muy entusiasta de aficionados lo aclaman como un genio.

No sé si yo pertenezca a tal culto de De Palma, pero definitivamente me cuento como entusiasta fanático de "Phantom of the Paradise", película musical de 1974 que combina elementos de "El Fantasma de la Ópera" y "Fausto" con excelente música, al mismo tiempo que satiriza la industria discográfica y los excesos musicales de aquella década.

Al principio de la cinta (gracias a una estoica narración del mismísimo Rod Serling) nos enteramos de que Swan (Paul Williams) es el productor musical de mayor éxito en el mundo, cuya influencia crea y destruye estrellas musicales según sus caprichos. Y como pináculo de su carrera, Swan prepara la espectacular inauguración del club "Paraíso". Desde luego, para una ocasión tan especial, debe encontrar un acto igualmente espectacular. Entonces, en una audición de músicos novatos, Swan descubre al joven Winslow Leach, alto y larguirucho, pero muy talentoso, quien interpreta con piano su canción "Faust", que resulta ser parte de una "cantata" (lo que hoy llamaríamos "ópera rock") basada en la obra literaria "Fausto". Swan queda impresionado con la música, pero no con el atolondrado autor, y luego de varias promesas que no piensa cumplir, le roba la partitura de la cantata.

Un mes después, Leach visita la mansión de Swan, para indagar sobre el avance de la ópera, y lo que encuentra son audiciones de voces femeninas. Ahí Leach conoce a Phoenix (Jessica Harper), una guapa cantante que aspira a participar aunque sea en el coro de la obra que inaugurará el Paraíso. Leach queda prendado de la joven, pero cuando trata de exigir a Swan sus derechos como autor de la obra, es golpeado e incriminado injustamente por tráfico de drogas. Entonces, condenado de por vida a la cárcel de Sing Sing, Leach pierde toda esperanza. Pero cuando escucha en el radio una de las canciones de "Fausto", tiene un arrebato de furia, y escapa de prisión para vengarse de Swan. Su primer intento falla estrepitosamente y Leach termina con la cara seriamente dañada por una prensa de discos y perseguido por la policía. En un acto desesperado, se arroja a un río.

Un tiempo después, vemos una misteriosa figura entrando al teatro Paraíso, donde se llevan a cabo los ensayos de "Fausto", que ya es totalmente distinta al concepto inicial de Leach. La figura se introduce al área de vestuario, donde encuentra una capa y una máscara... y así nace el Fantasma del Paraíso.

Luego de un violento ataque contra la obra, en el que una bomba explota en el escenario, Swan adivina la causa del crimen, y al culpable. Y cuando Leach acosa al productor, Swan le ofrece un buen trato... si el Fantasma deja de sabotear la obra, Swan le permitirá re-escribirla para que la cante Phoenix, de quien Leach sigue enamorado. El torturado joven acepta, y firma un contrato... con sangre. Swan le da entonces todas las facilidades para re-escribir la magna obra, y el deforme Fantasma se entrega a la tarea.

Desafortunadamente Swan no planea cumplir con el contrato y, contra los deseos del Fantasma, decide que "Fausto" será interpretada por Beef (Gerrit Graham), un excéntrico (y un poco afeminado) cantante de rock pesado. Y para que el Fantasma no trate de sabotear la obra, Swan lo encierra en su estudio... con cemento y ladrillos.

Sin embargo, el Fantasma escapa en la noche del estreno y, emulando la escena del candil en "El Fantasma de la Ópera", mata a Beef, mientras canta en el escenario. Desesperado, Swan ordena a Phoenix que termine de interpretar la obra, y resulta un éxito tan grande que el productor cambia de planes. Beef está muerto, y ahora Swan pondrá todos sus recursos en hacer que Phoenix sea la siguiente gran estrella de la música.

La muchacha, mientras tanto, ha quedado impresionada con el éxito, y le promete a Swan hacer lo que sea, con tal de poder cantar frente al público. Y en un enfrentamiento con el Fantasma, la joven lo desprecia, y le pide que no arruine su incipiente carrera. El Fantasma queda devastado, y sigue a Swan y Phoenix a la mansión donde celebrarán el estreno de “Faust”. Totalmente despechado, el Fantasma intenta suicidarse... pero no será tan fácil. Swan lo encuentra y le explica que nada puede romper el contrato que firmó... ni siquiera la muerte. Enfurecido, Leach trata de apuñalar a Swan. Pero Swan, impávido, se saca el cuchillo y le dice a Leach: "Yo también estoy bajo contrato".

Eventualmente Leach descubre la naturaleza del contrato y la forma de destruir a Swan... pero si lo hace también él morirá, pues su vida está sujeta a la del demoníaco productor...

La mezcla de terror, sátira, humor y música hacen de "Phantom of the Paradise" una cinta ciertamente extraña, pero muy atractiva para quienes busquen obras que salgan de los cansados parámetros del cine comercial. Y como producto de su tiempo (1974), la película es un fascinante muestrario de modas, costumbres y actitudes que quizás hayan cambiado superficialmente, pero que se mantienen vigentes treinta años después.

Las canciones de "Phantom of the Paradise" fueron escritas por el famoso compositor Paul Williams, quien en aquella década encontró gran fama y fortuna creando canciones para famosos cantantes, como Los Carpenters, Barbra Streisand y Elvis Presley. Pero la banda sonora de "Phantom of the Paradise" tiene poco en común con aquellos artistas. En vez de escribir éxitos pre-fabricados, Williams parodia los géneros de moda, desde música "surf" hasta rock pesado. Pero cuando hace falta, también incluye canciones de gran fuerza emocional, que subrayan los temas de la película misma.

Por su parte, Brian de Palma hace amplio uso de sus conocidos trucos, como "split-screen", inusuales ángulos de cámara, y un indescriptible estilo visual que combina el falso glamour del mundo musical con la decadencia de sus habitantes.

En resumen, nada en esta película puede tomarse en serio, salvo su intención de denunciar las horrendas prácticas de la industria discográfica, y burlarse del supuesto glamour que rodea a los músicos y cantantes que sacrifican todo por el supuesto éxito. Y en un nivel más simple, "Phantom of the Paradise" ofrece excelente música, humorísticas actuaciones y el exuberante estilo visual que ha ganado a Brian De Palma igual número de seguidores y detractores.

Ciertamente no es tan popular como "The Rocky Horror Picture Show" (aunque la precede por un año), pero "Phantom of the Paradise" logra mucho con muy poco, y su combinación de géneros sigue siendo potente y entretenida a más de treinta años de su estreno. Como muchas películas incomprendidas, espero que esta extraordinaria obra encuentre un nuevo público en nuestros cínicos tiempos modernos, donde el mensaje que propone no sólo sigue siendo válido, sino necesario... en el esfuerzo por sobresalir, es muy fácil vender el alma y sacrificar nuestros valores a cambio del pasajero y vacío éxito.

Pablo del Moral

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