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Quatermass and the Pit
(Quatermass and the Pit)
Hammer Films Productions, 1967
97 minutos

Dirigida por Roy Ward Baker
Escrita por Nigel Kneale
Editada por Spencer Reeve

Elenco:
James Donald .... Dr. Mathew Roney
Andrew Keir .... Prof. Bernard Quatermass
Barbara Shelley .... Barbara Judd
Julian Glover .... Col. Breen
Duncan Lamont .... Sladden
Bryan Marshall .... Capt. Potter
Peter Copley .... Howell

Imágenes © 1967 Hammer Films Prods.

Uno de mis personajes literarios favoritos es el Profesor Challenger, creado por Sir Arthur Conan Doyle, quien a pesar de ser más conocido por los cuentos de Sherlock Holmes, también escribió abundante ciencia ficción, muchas veces centrándose en el violento, terco y pedante, pero tremendamente inteligente y tenaz Profesor Challenger. Y es mi teoría que cuando el notable guionista Nigel Kneale escribió una serie de ciencia ficción para la televisión británica a fines de los 50s, se inspiró en Challenger para crear al Profesor Bernard Quatermass.

Esa efímera serie televisiva (Quatermass I, II y III) tuvo gran éxito a pesar de tocar temas profundos y de mostrar mucha mayor inteligencia que los fáciles dramas y comedias de la época. Por ello, cuando el venerable estudio Hammer Films decidió a fines de los sesentas expandir un poco su repertorio (hasta entonces rico en terror y suspenso), recordó a Quatermass y a los brillantes guiones de Kneale. Y así, sin mucha fanfarria, se realizó una de las mejores películas de ciencia ficción del siglo XX: "Quartermass and the Pit".

Un año antes de la seminal "2001", de Kubrick, el famoso director Roy Ward Baker y el mencionado guionista Nigel Kneale presentaron una historia de ciencia ficción madura e inteligente, que se atrevió a proponer conceptos que, aunque firmemente establecidos en la fantasía, parecían reales gracias al serio tono y a la bien fundamentada estructura de la película.

La acción comienza a fines de los sesentas, en el barrio de Hobb's End, en Londres, donde las excavaciones del tren subterráneo se ven interrumpidas cuando se encuentran varios esqueletos humanoides, los cuales son examinados con gran entusiasmo por el Dr. Roney (James McDonald) y su asistente, la guapa Barbara (Barbara Shelley). La considerable antigüedad de los esqueletos (5 millones de años) podría revolucionar la arqueología moderna, pues prueba que el hombre, o al menos sus ancestros inmediatos, caminaban en la Tierra mucho antes de lo que se suponía. Pero el estudio de los fósiles tiene que detenerse, pues en la excavación se ha encontrado otra cosa... una estructura metálica, que inmediatamente es identificada como una bomba alemana de la Segunda Guerra Mundial que no estalló. La milicia, encabezada por el irritante Coronel Breen (Julian Glover) llega a desmantelar el supuesto explosivo, sólo para descubrir que no hay modo de cortar el metal, ni de abrir la "bomba". Entonces acude el famoso científico Bernard Quatermass (Andrew Keir), quien luego de un somero análisis asombra a todos al asegurar que el tubo metálico no es una bomba, ¡sino una nave extraterrestre! Desde luego nadie le cree, pero cuando ciertos extraños sucesos empiezan a ocurrir alrededor de la excavación, se hace evidente que será necesario tomar una actitud un poco menos ortodoxa para analizar el curioso objeto. Finalmente, más por azar que por destreza, los militares abren la nave, encontrando los cadáveres de sus enigmáticos tripulantes... marcianos insectoides. Quatermass se da a la tarea de analizarlos, y descubre que vinieron a la Tierra al mismo tiempo que aparecieron los proto-humanos que investigaba el Dr. Roney, llevando a Quatermass a especular que los marcianos estaban influyendo en la evolución humana para sus particulares propósitos. Más aún, la presencia psíquica de los insectoides se siente aún en los alrededores de la nave, en ocasiones poseyendo humanos y creando disturbios físicos y mentales. La zona de Hobb's End ha tenido fama desde hace siglos por los eventos paranormales que en ella se registran, y Quatermass intuye que tales eventos son consecuencia de la influencia psíquica de los marcianos sepultados durante millones de años. Desafortunadamente, al abrir la nave, esa influencia se hace mucho más fuerte, y en poco tiempo la población de Londres empieza a mostrar síntomas de posesión alienígena, lo que lleva a un clímax en el que Quatermass y Roney deben enfrentarse a una monstruosa manifestación de la energía psíquica marciana que amenaza con destruir la mente de la humanidad... o tal vez apoderarse de ella.

Una de las virtudes de esta película es que lo que comienza como una simple investigación en un objeto extraterrestre culmina con una épica batalla entre el bien y el mal; pero en la tradición del escritor Kneale, tales conceptos son interpretados por el frío ojo de la ciencia. La apariencia demoníaca de los insectoides marcianos sugiere que la religión, particularmente la imagen del demonio, proviene de la memoria racial que los humanos tenemos de nuestros ancestros marcianos. Y los bajos instintos que asolan a la humanidad no son sino el efecto de la influencia que nuestros "padres" extraterrestres tuvieron en nuestra evolución.

Ideas de esta envergadura no eran muy comunes en la ciencia ficción de los sesentas (más ocupada con chicas en vestidos plateados y veladas advertencias contra el comunismo), por lo que "Quatermass and the Pit" no tuvo mucho éxito durante su estreno. Un año más tarde, cuando debutó en los Estados Unidos (bajo el incoherente nombre de "Five Million Years to Earth") sufrió un destino similar, y desafortunadamente eso la relegó a los polvorientos estantes de las bodegas de Hammer. Sin embargo, cuando el éxito de cintas más cerebrales de ciencia ficción durante los setentas (como la mencionada "2001", "El Planeta de los Simios", "Zardoz" y "Silent Running") demostraron que el público estaba listo para aceptar ideas innovadoras en el cine fantástico, "Quatermass and the Pit" gozó de una nueva vida como cinta de culto, gracias al incipiente mercado televisivo y de video.

Hoy en día, se ha hecho justicia a esta brillante película, pues es ampliamente considerada como una de las mejores muestras del estudio Hammer, y una de las joyas perdidas de la ciencia ficción, que evoca una época en la que los efectos especiales de baja calidad eran casi una marca de honor, pues los realizadores no se preocupaban tanto por impresionar al público con huecas imágenes, sino con sólidas e interesantes ideas que expandían la mente e invitaban a considerar que, cuando especulemos sobre la vida extraterrestre, no necesariamente debemos mirar hacia las estrellas, sino hacia nosotros mismos.

Gracias a Eccentric Cinema por las imágenes que acompañan este artículo.

Pablo del Moral

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