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Videodrome
(Videodrome)
Universal Pictures, 1983
89 minutos

Dirigida y escrita por David Cronemberg
Editada por Ronald Sanders

Elenco:
James Woods .... Max Renn
Sonja Smits .... Bianca O'Blivion
Deborah Harry .... Nicki Brand
Peter Dvorsky .... Harlan
Les Carlson .... Barry Convex
Jack Creley .... Brian O'Blivion
Lynne Gorman .... Masha

Imágenes © 1983 Universal Pictures

Tal vez por trabajar principalmente en su nativo país, el director canadiense David Cronemberg es uno de esos raros cineastas que aún tratan de transmitir ideas con sus películas. Más aún, a lo largo de su carrera, Cronemberg visita frecuentemente los mismos temas, pero siempre de manera novedosa e interesante, examinando la condición carnal del ser humano y la evolución que puede experimentar por factores internos (enfermedad física o mental) y externos (tecnología).

Como claros ejemplos de esto podemos considerar sus películas "Shivers", "The Brood", "The Fly", "Dead Ringers", "eXistenZ" y desde luego "Crash". Pero tal vez su obra más incisiva y profética sea "Videodrome", de 1983.

"Videodrome" se centra en Max Renn (James Woods), el dueño del Canal 83, una pequeña estación de televisión por cable que se especializa en pornografía "softcore" y programas de violencia. No obstante, sus "ratings" son bajos, y Renn está siempre buscando material más audaz e innovador para atraer mayor audiencia. Un día, su operador Harlan (Peter Dvorsky) captura la señal pirata de un satélite que transmite el programa Videodrome, en el que se ven escenas de violencia y tortura. Renn queda fascinado, y pide a sus contactos que adquieran el programa. Mientras tanto, el hombre inicia una relación con Nicki Brand, una exitosa conductora de radio que tiene una pasión secreta por la auto-mutilación. Renn le muestra las cintas de Videodrome, y la mujer queda tan impresionada que decide audicionar para el programa. Posteriormente Renn recibe una advertencia de su contacto Masha (Lynne Gorman): Videodrome es real; la tortura y muertes son reales, y Renn hará bien en alejarse de ese programa. Pero él sospecha que detrás de Videodrome hay algo aún más extraño, pues le están ocurriendo cosas inexplicables, como mantener una conversación con Nicki a través de un televisor que parece estar vivo. Entonces, en parte por rescatar a Nicki y en parte por su misma fascinación, Renn trata de investigar quién es el responsable del programa. Su pesquisa lo lleva con Brian O'Blivion, un pensador y sociólogo que sólo se comunica por medio de cintas pre-grabadas. O'Blivion le explica que Videodrome produce alucinaciones y tumores cerebrales. Pero su teoría es que el tumor no es maligno, sino un nuevo órgano en el cerebro, el cual está evolucionando para asimilar el bombardeo de imágenes que la humanidad recibe día a día. Pero ¿quién controla Videodrome? Renn no obtiene respuesta, hasta que recibe una visita de Barry Convex (Les Carlson), quien le explica que no es Videodrome lo que causa el tumor, sino una señal subliminal destinada a controlar el pensamiento de la población... empezando por Renn, quien es programado para asesinar a los directivos del Canal 83 y continuar la conspiración para controlar a los televidentes...

Si esto suena confuso es porque es inútil explicar "Videodrome". La combinación de conspiraciones, surrealismo y terror visceral da como resultado una película difícil de clasificar, pero imposible de ignorar, especialmente por su profética visión de los medios contemporáneos.

Sin duda preocupado por la forma como la televisión manipulaba las actitudes del público a principios de los ochentas (y desde décadas atrás), Cronemberg quiso especular sobre los extremos de esa práctica, agregando (como siempre) su obsesión por la intersección de cuerpo y tecnología. Para lograrlo, creó una historia que resuena en varios niveles, con distintos modos de interpretación.

Al principio de la película, por ejemplo, Max Renn aparece en un programa televisivo de entrevistas, donde lo acusan de promover material violento y obsceno. Renn contesta que ese contenido sirve como válvula de escape, por medio de la cual el público puede ventilar sus frustraciones y desahogar las presiones de la vida cotidiana. Esta explicación no parece muy convincente. Parecería que Cronemberg está atacando el tipo de entretenimiento que él mismo produce... pero considerando la cantidad de sangre y violencia que la película contiene, podemos especular que no es así. Más adelante, cerca del final de la película, Barry Convex revela que no es el contenido lo que importa, sino las señales subliminales y la intención de quien las controla. Simplemente se escogió Videodrome para distribuir la señal porque su público es el más propenso a la subversión e insurrección... ¡redención para el sexo y violencia!

Como en casi todas las cintas de David Cronemberg, este subtexto intelectual va acompañado por un desfile de imágenes grotescas y repulsivas, que van desde la "vagina abdominal" de Renn, hasta el destino final de uno de los personajes, cuyo cuerpo explota en un violento paroxismo de sangre y tumores. Y cómo olvidar la televisión viviente, en una de las más inolvidables y perturbadoras imágenes del cine fantástico.

Hay que tomar en cuenta que estas hazañas de efectos especiales se realizaron hace más de veinte años, sin el beneficio de computadoras ni demás tecnología digital. El maestro de los efectos Rick Baker, junto con la empresa EFX, de Steve Johnson, realizaron las ilusiones de la cinta con ingeniosos métodos que incluyeron aplicaciones de látex, cuerpos falsos y retro-proyección. Si alguien cometiera el error de hacer un "re-make" de Videodrome, sin duda contaría con herramientas mucho más sofisticadas, pero el impacto definitivamente no sería el mismo que tienen las primitivas, pero mucho más carismáticas, creaciones de Barker y Johnson.

Quizás no sea un mensaje muy novedodso, pero el modo de decirlo es ciertamente impactante... uno de los personajes de "Videodrome" dice: "La televisión es la retina del ojo de la mente": no sólo es la expresión de la conciencia colectiva, sino la herramienta con la que se puede manejar tal conciencia, alterándola para beneficio de quien controla el medio. Y en esta época de "programas de realidad", presidentes fotogénicos, noticieros partisanos y opiniones controladas, nunca está de más recordar los peligros de los medios masivos. Tal vez no nos inserten un videocassette en el estómago, pero ciertmente pueden alterar nuestras opiniones y actitudes. Long Live the New Flesh!


Pablo del Moral

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