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Adicta al Sexo
(A Dirty Shame
)
Killer Films, 2004
86 minutos

Dirigida y escrita por John Waters
Editada por Jeffrey Wolf

Elenco:
Tracey Ullman .... Sylvia
Johnny Knoxville .... Ray Ray
Selma Blair .... Caprice
Chris Isaak .... Vaughn
Suzanne Shepherd .... Big Ethel
Mink Stole .... Marge the Neuter
Patricia Hearst .... Paige
Jackie Hoffman .... Dora

Imagen © 2004 Killer Films

El director John Waters ha sido calificado como "el Príncipe del Vómito", "el poeta del mal gusto" y "el Papa de la Basura" con mucha razón. Su obra fílmica durante los setentas representó el pináculo de la subversión artística, regodeándose en el mal gusto y los casi pecaminosos excesos de sus personajes y argumentos. Pero lo que hace que sus cintas trasciendan la mera pornografía es el afecto que Waters siente por tales personajes. Y si los muestra realizando los más asquerosos y repulsivos actos no es sólo para escandalizarnos (bueno, hay bastante de eso), sino para celebrar sus estilos de vida, totalmente distintos a los de la mayoría de la población, pero, según Waters, igualmente válidos y respetables.

Quizás dándose cuenta de que ese cine extremo estaba sólo llegando a quienes ya compartían su opinión, Waters incursionó en cine más "comercial" durante los ochentas y noventas, con películas más amables y accesibles (como "Hairspray" y "Cry-Baby"), aunque siempre con su mismo mensaje de tolerancia y diversidad.

Y ahora, tratando de conciliar el atractivo comercial con la vulgaridad y sordidez de antaño, Waters nos ofrece "Adicta al Sexo" (gracias Maestro Traductor por este atroz título, que ahuyentará a la mayor parte del público que podría interesarse en ver esta película, al mismo tiempo que atraerá a otro porcentaje que sólo se decepcionará al no encontrar hueca pornografía).

La cinta sigue las correrías de Sylvia (Tracey Ullman), una reprimida ama de casa que se convierte en una ninfomaníaca incontrolable luego de recibir un golpe en la cabeza, lo cual le ayuda a descubrir las perversiones sexuales que abundan en su pequeño pueblo, ocultas tras una fachada de pintoresca rectitud... e hipocresía. Sylvia, con ayuda de otros "pervertidos", inicia entonces una campaña cuasi-terrorista contra los habitantes más decentes de la comunidad (llamados "neutros"), en busca de validación y tolerancia por todas las preferencias sexuales imaginables. Pero no será tan fácil, con su esposo y suegra a cargo de la oposición...

No hay modo de disimularlo... "Adicta al Sexo" contiene material que podría considerarse tremendamente ofensivo, no sólo visualmente, sino por la ideología que expresa. Si apenas está extendiéndose la tolerancia por la homosexualidad en los medios de comunicación, ¿qué podemos esperar de los fetichistas de excremento, suciedad, plantas y otras más pintorescas perversiones? Y digo "perversiones" sólo descriptivamente, y no como acusación o insulto.

Entonces, esta combinación de diálogos vulgares y situaciones escabrosas podría ser repulsiva para muchas personas. Afortunadamente, como dije, John Waters no busca sólo escandalizarnos, sino hacernos pensar, y parte del humor que emplea en la película es suficientemente agudo como para prestar relevancia intelectual a la historia, y transformarla en un válido mensaje que trasciende su sórdida presentación.

Pero, en otro plano, dicho humor no es tan bueno como en otras obras del director. Como aficionado a la obra de John Waters me duele decir esto, pero parece que en su esfuerzo por representar de forma simpática, pero realista, las disfunciones sexuales de la humanidad, Waters perdió de vista la integridad de su humor, y aunque hay varios momentos muy graciosos en la película, también hay muchos otros que, sencillamente, no funcionan. Y esa era una de las marcas de John Waters... el chiste no estaba en ver a una mujer obesa desnuda, sino en lo que esa escena representaba en su contexto, sin burlarse del personaje mismo. Y si bien ese respeto por los personajes sigue presente en "Adicta al Sexo", en muchos casos el humor se reduce a mostrarnos sus excentricidades.

No obstante, pensando en retrospectiva, creo que esta película funciona muy bien como conclusión de la trilogía que Waters comenzó en 1998 con "Pecker", en la que se burló de las convenciones y vicios del mundo del "arte". Luego, en el 2000, se burló de la industria del cine con "Cecil B. Demented". Y ahora le toca el turno a la nueva (e hipócrita) “liberación sexual”. Supongo que Waters quiere decirnos, "Ya aceptaron la sexualidad alternativa de Elton John y Ellen Degeneres, pero ¿por qué limitarse sólo a la homosexualidad? ¿Por qué se omiten otras prácticas sexuales?".

Ciertamente este es un mensaje válido, pero sin duda será muy difícil de tragar para una buena parte del público. Y desafortunadamente el aspecto de comedia no es lo suficientemente sólido como para respaldar la trama, por lo que "Adicta al Sexo", a pesar de sus buenas intenciones, sólo genera risas ocasionales y flácidas (ahem).

Sin embargo, para no cerrar en una nota negativa, debo señalar que, por excéntricos y "perversos" que sean, John Waters sigue teniendo el talento para crear personajes simpáticos y entrañables. Y con la ayuda de un competente elenco (en el que destacan Tracey Ullman, Johnny Knoxville, Selma Blair y Chris Isaak), tales personajes aportan genuinas emociones y humanidad a un tema que podría haber sido tratado con demasiada frivolidad.

A fin de cuentas, cada quién conocerá su tolerancia a este tipo de mensaje. Quienes vayan sólo a ver desnudos y sexo, quedarán decepcionados (¡y de qué modo!). Pero quienes deseen ver una moderna (y muy escabrosa) comedia de costumbres en la que se denuncia la hipocresía de la actual sociedad "tolerante", encontrarán una interesante, pero imperfecta película, realizada por uno de los pocos directores que se pueden considerar capacitados para expresar estas ideas. Pero me hubiera gustado que Waters contuviera sus excesos a cambio de humor más pulido y eficiente. Esperemos que para la próxima llegue al clímax de su carrera.

Calificación: 8

Pablo del Moral

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