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Frecuentemente el rumor de una película se extiende rápidamente entre los aficionados al cine, y si bien el Internet fomenta bastante esta costumbre, usualmente lo hace con películas de alto perfil, contribuyendo gratuitamente a su publicidad. Pero esta función de la red es más importante cuando se trata de películas pequeñas, de bajo presupuesto o de mercados lejanos, que no cuentan con los recursos para competir publicitariamente con el estruendoso aparato hollywoodense. Así, leyendo reportes de festivales internacionales de cine, el público se puede enterar de las joyas ocultas que podrían inesperadamente llegar a los cines locales, sin más anuncio que el rumor positivo distribuido por vía electrónica.

Sin embargo, en ocasiones tal rumor crea expectativas que la obra misma no cumple.

Desafortunadamente eso me ocurrió con "Adiós a Lenin". Luego de leer su festejado avance en los festivales fílmicos del mundo, y su nominación a varios prestigiosos premios (lo cual no es gran garantía en estos días), llegó finalmente a un cine donde pude verla, y aunque se trata, efectivamente, de una diestra comedia rebosante de comentario social, también la encontré lenta, algo redundante, e indecisa sobre su tema central.

Al principio de la cinta conocemos a Christiane (Katrin Sass), una mujer madura viviendo con su hijo e hija en Alemania Oriental en 1989. Christiane es muy devota del Partido Comunista, y fiel creyente en que esa corriente política prevalecerá en el mundo. Pero un día, al ver a su hijo en una protesta contra el gobierno, Christiane sufre un infarto y, por no ser atendida inmediatamente, cae en un estado de coma, que se mantiene durante varios meses. Finalmente Christiane despierta, aunque el doctor advierte a sus hijos que está muy débil, y que no debe sufrir sobresaltos o impactos emocionales, ya que podría recaer y morir. Pero hay un gran problema... durante el coma, cayó el Muro de Berlín, el Comunismo está desapareciendo en Europa, y el Capitalismo Occidental amenaza con absorber por completo la antigua República Democrática Alemana. Enterarse de esos cambios será un duro golpe para la comunista Christiane, por lo que a su hijo Alex (Daniel Brühl) se le ocurre un audaz plan... manteniendo a su madre en cama, y con mucho ingenio y un poco de suerte, tratará de mantener la apariencia de que el Comunismo sigue rigiendo Alemania Oriental. Al principio eso implica cosas simples, como seguir comprando las mismas viandas de siempre; pero en poco tiempo Alex, ayudado por su amigo Denis (Florian Lukas) estará falsificando noticieros televisivos y sobornando gente para que se unan a la "conspiración"... pero ¿por cuánto tiempo logrará mantener la ilusión?

Por sí misma esta simple pero brillante idea hubiera bastado para hacer una aguda comedia, que no sólo ofrecería risas, sino agudos comentarios sobre la transición de sistemas políticos, lo cual a la vez es una analogía de los profundos cambios que ha experimentado el mundo en la última década. Sin embargo, la ambición del director y co-guionista Wolfgang Becker ha ido más allá, involucrando historias paralelas que siguen el incipiente romance de Alex con la enfermera Lara (Chulpan Khamatova), los esfuerzos de Ariane (Maria Simon), la hermana de Alex, por formar una familia con su nuevo novio, y la enigmática desaparición del esposo de Christiane (y padre de Alex y Ariane), quien años atrás no sólo abandonó a su familia, sino a los sagrados preceptos del Estado Comunista.

Francamente, estas historias concurrentes no son muy interesantes, y restan importancia y atención de la trama principal. Sin embargo, cuando nos centramos en los esfuerzos de Alex por mantener la ilusión para su madre, la cinta derrocha ingenio y sarcásticos comentarios que no sólo denuncian las fallas del Comunismo, sino los vicios que el Capitalismo ofrece. Supongo que el mensaje general es: de los males, el menor. Pero yo sé muy poco de política, así que podría estar equivocado.

Ambición aparte, Wolfgang Becker ha realizado un gran trabajo como director, creando situaciones naturales y creíbles, a pesar del excéntrico plan de Alex. Y lo logra gracias a las honestas relaciones entre los personajes, que están muy bien interpretados por un sólido elenco. Desde luego destaca Daniel Brühl como el fiel hijo, tenaz para mantener la salud de su madre, pero preocupado por las dificultades inherentes del plan. Maria Simon, como su hermana Ariane, tiene el papel más ingrato, pues su inflexible realismo pone de manifiesto la futilidad de la ilusión que Alex quiere mantener... nadie quiere escuchar tal cosa, pero es la verdad. Sin embargo, la mejor actuación es sin duda la de Kristin Sass como Christiane. En las escenas previas a su enfermedad la vemos como una optimista proponente del Comunismo, conciente de los problemas que tiene, pero deseosa de solucionarlos. Y, después de su coma, la actuación se vuelve más sutil y creíble... se perciben sus sospechas de que algo anda mal, pero su deseo de creer que la realidad sigue como ella la recuerda evita cuestionamientos serios, y contribuye a que el plan de Alex funcione. La actriz se balancea precariamente en el área gris entre credulidad y complicidad, y es testimonio de su talento que, como audiencia, nunca estemos seguros de sus pensamientos.

Puedo recomendar "Adiós a Lenin" con toda confianza, pues lo que funciona, funciona maravillosamente bien. Pero habrá que soportar varias historias paralelas que no aportan gran cosa, y que diluyen hasta cierto punto el argumento principal. Sin embargo, la cinta vale la pena no sólo por su aspecto de comedia política, sino porque es indudablemente un documento histórico que plasma de forma realista y creíble uno de los períodos más importantes en la historia reciente, y permite a las audiencias del mundo compartir los temores y gozos que acarrea un cambio de esa magnitud. Con un poco de juiciosa edición (y tal vez extirpando entre veinte y treinta minutos de las más de dos horas de duración), "Adiós a Lenin" hubiera sido una obra maestra. En su estado actual, sin embargo, es una buena comedia frenada por su lerdo ritmo y su difuso enfoque. Pero aún así vale la pena, lo cual sugiere la calidad y validez de su mensaje.

Calificación: 7.5

Pablo

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Adiós a Lenin
(Good Bye Lenin!)


Imagen © 2003 X-Filme Creative Pool

X-Filme Creative Pool, 2003
121 minutos

Dirigida por Wolfgang Becker
Escrita por Wolfgang Becker y Bernd Lichtenberg
Editada por Peter R. Adam

Elenco:
Daniel Brühl .... Alex Kerner
Katrin Sass .... Christiane Kerner
Chulpan Khamatova .... Lara
Maria Simon .... Ariane
Florian Lukas .... Denis
Alexander Beyer .... Rainer
Burghart Klaußner .... Robert Kerner
Franziska Troegner .... Mrs. Schafer

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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