Scooby Doo 2: Monstruos Sueltos, por Pablo

Como a muchas otras personas, me pareció que lo mejor... o tal vez deba decir "lo menos malo" de la cinta "Scooby Doo" fue la interacción entre el perro digital y el personaje de Shaggy, hábilmente interpretado por Matthew Lillard. Y desde luego, tampoco desprecié la agradable presencia de Linda Cardellini, como la extrañamente atractiva Velma.

Aparentemente los creadores de la cinta estuvieron de acuerdo con esa opinión pública, pues la secuela "Scooby Doo 2: Monstruos Sueltos" enfatiza ese trío de personajes, reduciendo la importancia de las "estrellas" Sarah Michelle Gellar y Freddie Prinze Jr. Y aunque el resultado final es marginalmente mejor que la cinta previa, nadie diría que se trata de una buena película.

La historia, más concisa que la anterior, pero igualmente predecible, comienza con un homenaje que la ciudad de Coolsville hace a los miembros de "Mystery, Inc.", Daphne (Sarah Michelle Gellar), Fred (Freddie Prinze Jr.), Velma (Linda Cardellini), Shaggy (Matthew Lillard) y Scooby Doo (voz de Neil Fanning), inaugurando en el museo de la ciudad una exhibición de los disfraces que usaron los diversos villanos que Mystery Inc. desenmascaró a lo largo de los años. Pero en mitad de la celebración algunos disfraces cobran vida, y causan general caos y destrucción. Y para colmo, la maliciosa Heather (Alicia Silverstone) presenta en televisión un reportaje que hace parecer que Mystery Inc. tiene la culpa del fiasco. Por lo tanto, los jóvenes deciden averiguar quién está detrás de la súbita fuga de los disfraces, y para ello deberán buscar pistas, causando líos y enfrentándose a varios monstruos de antaño.

Francamente no quiero escribir mucho sobre "Scooby Doo 2: Monstruos Sueltos". Simplemente es más de lo mismo, con cada personaje realizando su esperada labor: Velma investiga y analiza (y encuentra tiempo para un poco de romance con Seth Green); Daphne repite las piruetas y artes marciales que aprendió en "Buffy, the Vampire Slayer"; Fred pretende ser el líder ocultando su torpeza; y Shaggy y Scooby Doo atolondradamente se libran de situaciones imposibles, al mismo tiempo que ayudan a resolver el misterio.

Aunque no puedo negar que reí en un par de ocasiones durante la película, el resto del tiempo lo pasé bostezando y viendo mi reloj. De algún modo el frenético ritmo de la cinta funciona inversamente, aburriendo por la puerilidad del argumento y por la total ausencia de emoción y suspenso. Algunos efectos especiales llaman temporalmente la atención (como el muy bien realizado Monstruo de Brea), pero por más adornos visuales que el director y su ejército de artistas digitales vuelcan sobre la pantalla, no se puede ocultar el hecho de que todo es blando, genérico y tan condescendiente con el público infantil que causa considerable irritación. Por lo menos en mí.

Auténticos fanáticos de Scooby Doo: mejor vean sus viejas cintas VHS. Niños hipnotizados por la ineludible publicidad de la cinta: véanla, que de nada serviría advertirles. Pero aquellos padres que deseen entretenimiento familiar de mejor calidad, mejor renten alguna cinta animada de Miyazaki o, en el peor de los casos, esperen la avalancha de cintas infantiles que nos depara el verano. Esperemos que al menos una (¿Shrek 2?) divierta a los niños sin ofender a los padres.

Calificación: 5

Pablo

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