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La Última Carta
(
Smokin' Aces)
Working Title FIlms, 2007
Estados Unidos/Francia/Reino Unido
109 minutos

Dirigida y escrita por Joe Carnahan
Editada por Robert Frazen

Elenco:
Ryan Reynolds .... Richard Messner
Jeremy Piven .... Buddy 'Aces' Israel
Andy Garcia .... Stanley Locke
Alicia Keys .... Georgia Sykes
Ray Liotta .... Donald Carruthers
Ben Affleck .... Jack Dupree
Joseph Ruskin .... Primo Sparazza

Imagen © 2007 Working Title Films

"Narc", la cinta previa del director Joe Carnahan, me pareció una espectacular reinvención del cansado thriller policiaco que Hollywood se encargó de diluir hasta convertir en una parodia (¿alguien dijo "Hollywood Homicide?"). Pero en "Narc", Carnahan encontró el modo de destilar los elementos básicos del género y darles nueva vida con inyecciones de drama humano inteligente y de estilo visual a la vez frenético y disciplinado.

Por eso ahora "La Última Carta" parece un paso atrás.

Siguiendo el ejemplo de recientes películas de acción libres de inhibiciones en sus excesos dramáticos y estilísticos (como "Crank" y la serie "The Transporter"), "La Última Carta" vuelca en la pantalla con frenético ritmo una colección de excéntricos personajes, cada uno más bizarro que el anterior, destinados a chocar brutalmente por los caprichos del libreto. El resultado es muy energético y entretenido, pero no del todo satisfactorio.

La historia gira en torno a un mago y "showman" de Las Vegas llamado Buddy Israel (Jeremy Piven), quien a lo largo de los años cultivó relaciones con el crimen organizado, hasta convertirse en un criminal por derecho propio. Pero ahora, en la mira del F.B.I., ha decido dar toda la información que posee sobre la Mafia a cambio de su libertad.

Entonces, el peligroso capo Primo Sparazza (Joseph Ruskin) ofrece un millón de dólares por la muerte (y el corazón) de Buddy Israel, quien se oculta en el penthouse de un elegante hotel en la ciudad de Lago Tahoe, en Nevada (algo así como Las Vegas sin el beneficio de inversionistas corporativos). La noticia se difunde rápidamente, y un diverso grupo de asesinos a sueldo llega al lugar con la intención de cobrar la recompensa. Pero para lograrlo tendrán que enfrentarse a los policías que cuidan a Buddy, a los guardaespaldas del fulano... y a los demás asesinos.

La simple trama parece demasiado tergiversada con el exceso de personajes que desfilan dando sus razones para eliminar (o capturar, o defender) a Buddy Israel. Sin embargo, la primera hora transcurre más o menos indoloramente, mientras conocemos superficialmente al amplio elenco, que incluye algunos rostros famosos que el director no vacila en eliminar para impactar al espectador y asegurarle que nadie tiene la vida segura en la película... todo puede pasar.

Durante la segunda hora la historia acelera hasta convertirse en un desfile de violentas escenas de muy irregular tono; algunas son serias y hasta melancólicas; otras son tan exageradas que naturalmente causan risa. El balance entre drama y humor fluctúa constantemente, pero en general funciona. Claro, hay ciertos momentos francamente forzados y demasiado indulgentes (como la visita a una cabaña con una anciana y un niño karateca), pero en general hay que reconocer que la pericia de Carnahan como director logra sostener las riendas de una película que constantemente amenaza con salirse de control. La acción es exuberante y en ocasiones ridícula pero siempre clara, gracias a que el director no pierde de vista el nudo narrativo de la trama, supeditando sus malabares visuales y estilísticos a las necesidades de la historia.

Por el lado negativo, la abundancia de personajes evita su desarrollo significativo, y terminamos con un grupo de caricaturas definidas por sus excentricidades y no por su genuina personalidad. Quizás la excepción podría ser el mismo Buddy Israel. En manos del hábil actor Jeremy Piven, el mago-criminal se convierte en una figura casi trágica, víctima de su ambición pero incapaz de vivir sin ella.

Ryan Reynolds también realiza un buen trabajo como el Agente Richard Messner, aunque su motivación hacia el final de la película es demasiado fácil y conveniente. Sin embargo, no pierde el equilibrio en la delgada línea entre héroe de acción y melancólico anti-héroe.

La cantante Alicia Keys también me sorprendió como la asesina Georgia Sykes. La interacción que tiene con su "socia" Sharice (Taraji P. Henson) es una de las pocas relaciones honestas y creíbles en la película entera.

A fin de cuentas, "La Última Carta" no es tan inteligente como pretende, pero es mucho más interesante y entretenida de lo que merece ser, gracias a la irrefrenable energía que proyecta y a la clara y concisa dirección de Joe Carnahan. Si la historia hubiera tenido la profundidad e impacto de "Narc", sería una obra maestra. Sin embargo, es tan ligera y superficial que no pasa de ser una experiencia grata, pero totalmente desechable. Y, claro, sin corazón.

Calificación: 8

Pablo del Moral

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