Déjame Vivir, por Pablo

Nunca es buen presagio cuando una película falla en taquilla a pesar de contar con un destacado y popular elenco y con un guión basado en una conocida novela. Tal es el caso de "Déjame Vivir", y aunque ciertamente deja mucho qué desear, algunas de sus partes componentes son muy respetables y entretenidas.

La película narra la historia de Astrid Magnussen, una adolescente cuya madre es enviada a prisión acusada de asesinato. Como eso deja a la joven prácticamente huérfana, el gobierno trata de ubicarla con alguna otra familia, pero por una razón u otra Astrid no parece encontrar su lugar, lo que la trae de un lado a otro, en busca de un hogar, y más importante, su identidad propia.

La película utiliza las penurias de la joven Astrid como herramienta para retratar varias disfunciones familiares y emocionales que se encuentran ampliamente difundidas en la sociedad contemporánea. Casi se podría decir que la cinta es un estudio de caracteres, donde la trama queda en un segundo plano para poner al frente las diversas y conflictivas personalidades de los personas con las que Astrid se topa, y quienes de un modo u otro contribuyen a la formación de la muchacha. Desde su primera adopción por parte de fanáticos religiosos hasta su sincera amistad con una neurótica actriz, pasando por una pesadillesca estancia en una casa de ayuda social, Astrid encuentra muy distintas situaciones, pero aunque ella quisiera reaccionar de un modo, los imperiosos consejos de su madre (a la que visita con frecuencia) parecen negar toda validez a los sentimientos de la hija. Sin embargo, el viaje emocional de la protagonista, que debería ser devastador para el público, carece de la resonancia emocional necesaria para compenetrarnos con los personajes.

Tal vez esto es intencional. Tal vez el director se rehusó a crear un lacrimoso melodrama manipulador y deshonesto. Si ese fue su propósito, lo encuentro muy loable, pero tal vez lo hizo demasiado bien... La protagonista parece ser una pizarra en blanco, tímidamente expresando sus opiniones, pero sin la fuerza para respaldarlas. Posiblemente la culpa de esto esté dividida entre la joven actriz Alison Lohman y el director Peter Kosminsky. El resultado es que el elenco de apoyo termina siendo mucho más interesante que la protagonista.

Lo cual me lleva al mejor punto de la cinta... las actuaciones secundarias. Robin Wright Penn se posesiona de su papel de la religiosa madre sureña, citando continuamente a su pastor, pero ignorando la enseñanza divina cuando así le conviene. Reneé Zellweger como la frágil actriz Claire es fantástica. Su interpretación de una mujer co-dependiente y vulnerable es sencillamente excelente, pues mezcla muy bien un profundo sufrimiento con una superficial jovialidad que la hace aún más patética. Pero las palmas definitivamente se las lleva Michelle Pfeiffer. Por su categoría de "estrella hollywoodense" es fácil olvidar que en realidad se trata de una gran actriz. Y tal vez sea porque estoy de acuerdo con muchos de los preceptos que ferozmente enuncia su personaje, pero su presencia me pareció hipnótica. Esta valerosa actuación compensa con mucho los blandos papeles románticos que le hemos visto en el pasado. Ojalá aceptara proyectos como éste más seguido.

No sé con qué tanta convicción recomendar "Déjame Vivir". Por un lado la historia es interesante, algunas actuaciones son excelentes y la trama es fluida y dinámica. Pero por otra parte, el aspecto emocional es blando y carente de relevancia. Aunque no he leido la novela en la que se basa la cinta, tal vez sus fans la encuentren más profunda, por conocer previamente todo lo que se omite en la película. Tal vez puedo recomendar "Déjame Vivir" como un drama que se excedió en su esfuerzo por no entregarse al fácil sentimentalismo y terminó perdiendo su corazón. Pero aún así entretiene.

Calificación: 7

Pablo

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Déjame Vivir (White Oleander)

Déjame Vivir
(White Oleander)