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Batalla en el Cielo
(
Batalla en el Cielo)
Mantarraya Producciones, 2005
98 minutos

Dirigida y escrita por Carlos Reygadas
Editada por Adoración G. Elipe, Benjamin Mirguet, Carlos Reygadas y Nicolas Schmerkin

Elenco:
Marcos Hernández .... Marcos
Anapola Mushkadiz .... Ana
Bertha Ruiz .... Esposa de Marcos
David Bornstien .... David
Rosalinda Ramirez .... Viky

Imagen © 2005 Mantarraya Producciones

Escatológica hasta las cachas. Hace rato que el arte se convirtió en un medio de denuncia y dejó de ser bello. Batalla en el cielo es una película “bien lacra”, que encuentra fundamento en el conflicto interno que puede tener un hombre y a su vez, en la indiferencia de la gente, del mundo, ante hechos otrora dramáticos.

El filme muestra una vileza tanto en su ejecución como en el tratamiento del tema, con actores que no parecen serlo, nerviosos frente a la cámara, una fotografía intencionalmente fea y el desconsuelo de vivir el desamor, la soledad y la rutina que carcome. En un sentido literal podemos aplicar la frase “nadie sabe para quien trabaja”.

Marcos (Marcos Hernández), el protagonista, es un hombre horrible, prieto, sudoroso, con aspecto de guarura, secuestrador, chofer de Ana, una niña bonita, rubia y extraña (o exótica). Su esposa (Bertha Ruiz) es un esperpento, un sapo andante y la escena de sexo entre ambos es una danza macabra; Dos cuerpos desnudos, llenos de verijas repugnantes que chocan, rebotan y tiemblan en una escenificación que ni Ripley se atrevería a registrar.

Ana (Anapola Mushkadiz), angelical, encantadora, prostituta de pasatiempo, que le brinda un lugarcito entre sus senos al pobre Marcos, lo acoge, lo instiga y se lo coge. Como lo haría una madre, lo exhorta a entregarse a la policía cuando en un momento de sinceridad, le dice a Ana que secuestró a un niño y éste murió esa mañana. Pobre Marcos, es un asco.

Marcos y Ana – Son agua y aceite pero en algunos momentos, se mezclan tan intensamente que se combinan y forman uno solo. Sus cuerpos desnudos, juntos, son una dicotomía que causa repulsión. Ana habla y grita, se expresa y se da a entender, Marcos calla y se vuelve dependiente como un niño. No hay batalla en el cielo, sino la cruzada por llegar a él.

La secuencia que resume la esencia de la película se resuelve con una sola toma, un paneo de 360 grados que sale del cuarto donde Ana y Marcos hacen el amor, para ver los alrededores del lugar donde están, gente en sus departamentos comiendo, corriendo, viendo la televisión, mucamas trabajando, niños jugando, rateros robando y todo mientras ocurre este evento repulsivo entre la bella y la bestia. La película empieza y termina así, un “fellatio” en el cielo.

Batalla en el cielo es una costra arrancada de las calles miserables de una ciudad absurdamente violenta e impersonal, la Ciudad de México. Es el reflejo de la ingobernabilidad del espíritu. No importa quien la hace, sino quien la paga. Reygadas abre la cloaca que hierve en pucheros hediondos y estridentes para dar forma a su “freak show”, morboso pero sensible y muy revelador.

¿Para qué sirve el arte sino para transmitir un mensaje, por horroroso que sea? La película es efectiva en su cometido, tiene una belleza nauseabunda

José Martín Sulaimán

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