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Jarhead: Soldado Anónimo
(
Jarhead)

Universal Pictures, 2005
123 minutos

Dirigida por Sam Mendes
Escrita por William Broyles Jr., basado en el libro de Anthony Swofford
Editada por Walter Murch

Elenco:
Jake Gyllenhaal .... Tony Swofford
Peter Sarsgaard .... Troy
Jamie Foxx .... Sgto. Sykes
Lucas Black .... Kruger
Chris Cooper .... Cnel. Kazinski
Dennis Haysbert .... Mayor Lincoln

Imagen © 2005 Universal Pictures

No es ningún desacierto del director Sam Mendes (Belleza Americana, 1999/Camino a la perdición 2002) haber elegido una historia tan vacía como el suceso mismo que la inspiró. La guerra del Golfo y la campaña bélica “Desert Storm” fue otro más de los hechos sin razón y con claros objetivos comerciales, ni siquiera políticos, creados por el gobierno estadounidense.

La película me aburrió tanto como las noticias de la guerra que por cierto, fue la primera en ser trasmitida por los medios masivos como si fuese un logro de la industria del cine, vimos con detalle en nuestras pantallas caseras los bombardeos dirigidos por láser y las explosiones de centros estratégicos militares y ¿sin bajas civiles? Ja. Pero no puedo decir que la película es mala, entiendo su lado indiferente y frustrante, prepararon a los soldados gringos a defenderse contra adversarios conocedores del desierto y su cambiante geografía y a la hora de enfrentarlos, los Iraquíes se rindieron implorando clemencia. ¿Dónde hubo guerra? En ninguna parte, así como tampoco en la película y si no es por la “Avenida de la muerte” donde vemos una procesión de vehículos y cadáveres calcinados, y los pozos petroleros en llamas, la historia hubiera sido otra más de entrenamientos en bases militares.

Tan insulsa y ridícula es la trama de la película como la “filosofía” de las palabras iniciales y finales de Swofford (Jake Gyllenhaal), protagonista de la película, donde dice que haga lo que haga, construya una casa, cambie el pañal de su hijo o ame a una mujer, siempre será un “jarhead” (cabeza de tarro) y todos ellos, matando y muriendo, siempre serán él mismo. El filme plantea también, la ignorancia que existe en los frentes de guerra donde se sabe para quien pelean pero no por qué y el tiempo en pantalla corre lleno de sucesos intrascendentes y absurdos al tiempo que nos presentan en títulos la creciente llegada de tropas estadounidenses al campo de batalla ¿y para qué? Nos preguntamos mientras vemos el vacío narrativo. Por otro lado, el escritor William Broyles siembra la semilla de la duda acerca del origen de los asesinos en serie, si Swofford se convirtió en un francotirador sobresaliente y apasionado, no pudo hacer un sólo disparo en la guerra y regresó a casa con esa pasión ¿será de esta? ¿De él?

Mendez logra un discreto remix de elementos de otras películas bélicas. Imposible comparar esta obra con Cara de Guerra (1987) del maestro Stanley Kubrick, de la cual tiene reminiscencias ingenuas, Mendes es un buen director pero Kubrick es Kubrick. Esta pasión por el francotirador la vemos en Enemigo al acecho (2001) y retoma también escenas de Apocalipsis ahora, es interesante el concepto de que la única guerra que vemos es otra creada para la pantalla – dentro de la pantalla. La guerra es un absurdo suceso de reacciones egocéntricas individuales proyectadas a la masa que a su vez, detona la propias para crear la reacción en cadena.

Aburrida pero cierta ¿Con cual me quedo? Prefiero dormir pensando que Sam Mendes hizo un buen trabajo gris.

José Martín Sulaimán

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