El Hombre que Nunca Estuvo, por Pepe

Spoilers

Sucede a veces que al mundo le falta color y aun así, esquemático como fuere, repite incansable sus historias. Como la espiral de los historiadores, donde el destino reproduce las situaciones que nos ponen a prueba, quizá con la esperanza de que un día el hombre aprenda de sus errores y eso parece estar muy distante de suceder. Ed Crane (Billy Bob Thornton) es un barbero conformista, que se sienta para ver como la vida pasa y rara vez es percibido como un hombre de cuerpo presente. La película está filmada en blanco y negro y la imagen monocromática es la mejor analogía del estilo de vida del personaje principal, que sin embargo, carga sobre sus hombros el peso de las deudas sociales, pues nadie quien viva en una sociedad, se puede abstraer de ella y a veces, la cuenta por pagar es bastante alta.

1949, Santa Rosa, California es el típico pueblo provinciano con perspectivas de crecimiento, donde el ritmo de vida es alterado por los ventajosos hombres de negocios de la gran ciudad. Los hermanos Cohen, arman la historia con sus usuales y a veces extraños elementos narrativos, donde mezclan sospechas de adulterio, con chantaje, abuso, ambición y hasta la muerte. Ante todo esto, Ed, es un simple espectador, testigo inmutable de los acontecimientos del pueblo y de su propia vida, en su mundo interno escapa a los acontecimientos que ve claramente. Es difícil entender a estas personalidades tan introspectivas porque no hay una idea clara de lo que hacen con un fin específico y lo que la suerte les pone en el camino. Ed trata de huir de su amarga y tediosa realidad, sospecha que su esposa es infiel, y curiosamente, él es el confidente del jefe de su esposa que a la vez, es quien tiene relaciones con ella. Inexpresivo, escucha las versiones de todos y no hace nada por solucionar sus problemas, hasta que cae en manos de un estafador que le ofrece el negocio del futuro y tiene que conseguir 10 mil dólares para un negocio de lavado en seco.

El director Joel Cohen, dentro de su conocido estilo donde mezcla elementos cómicos, cósmicos y brutalmente reales, juega con nuestras ganas de ver que sucedan ciertas cosas que hagan justicia al personaje principal y por supuesto, nunca suceden, por el contrario, se teje una maraña de situaciones que nos llevan de manera diferente, a entender el desenlace cruel pero lógico. Nos muestra cómo a veces el amor es una lucha de poder, lo sensual que puede ser el que Ed le rasure las piernas a Doris (Frances McDormand), su esposa y nos deja con esa sensación tan gris como la esperanza que Ed tiene de seducirla en ese momento. Cohen nos obliga a sentir que vemos el color de las cosas y no es más que nuestra necesidad por rescatar un poco al barbero en su vacía cruzada, por dar luz a una historia oscura y recurre a elementos bizarros como naves espaciales, en un probable intento por mostrar el mundo ajeno del barbero, que se pierde en la abstracción de una nave espacial levitando sobre él o el corte de pelo mal hecho de un niño, como medio de defensa psicológica contra la brutal realidad que lo aqueja y a la cual, su organismo no da salida.

En repetidas ocasiones, la gente confunde lo callado que puede ser un hombre con la profundidad de sus pensamientos. Ed Crane me recuerda a Jean-Baptiste Grenouille, personaje de Patrick Suskind en “El perfume” que tiene que crear una sustancia pestilente para que la gente lo huela y lo perciba, Ed es transparente, incoloro, incluso al confesar su culpabilidad ante una situación delicada, nadie da crédito de su confesión pues es imposible que él cometa nada que esté fuera de lo socialmente permitido. Igualmente, la película “Belleza americana” tiene una relevancia fundamental para entender la problemática del individuo y las consecuencias que puede traer ser uno mismo.

Todo en esta vida se paga.

Muy buena película, no se la pierdan.

Calificación: 10

José Martín Sulaimán

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El Hombre que Nunca Estuvo (The Man Who Wasn't There)

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