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La elocuencia del silencio es fascinante, nos transporta a un terreno distinto de comprensión donde los sentidos interpretan las acciones. Pienso que el silencio dice lo más importante en La Pasión de Cristo, Jesús calla para decir. El perfecto complemento es la imagen que nos lleva los sentidos y muestra los detalles explicativos de lo que no se dice. La fotografía es maravillosa, establece el tono de la película y ayuda a exaltar algunos pasajes importantes.

Sin duda alguna, la cruz Intermizza, o cruz Latina, es uno de los símbolos más conocidos de la historia. Una de las primeras imágenes de la cruz está representada en la puerta de la Basílica de Sta. Sabina, Roma, del año 432 DC. No fue sino hasta el año 692 que se autorizó oficialmente la representación de Cristo en figura humana y clavado en la cruz. En la antigüedad, los símbolos eran parte de la vida, los viejos pobladores fueron los creadores de todos aquellos que veneramos, nos hemos convertido en una sociedad reproductora de símbolos, no los creamos. Mel Gibson (El hombre sin rostro-1993, Braveheart-1995) hace eso, los reproduce, no los crea. El rostro de Cristo está entre las imágenes más conocidas en la historia del hombre y James Caviezel retrata como un Cristo con ojos de color indescriptible e idóneo para el maquillaje sangriento y macabro. Es difícil apreciar la actuación cuando no se conoce el idioma utilizado, en este caso el Arameo y Latín, que habla del interés del director por entregar una cinta apegada a la realidad y respetuosa de la época y cultura de lo narrado.

La visión de Mel Gibson trata de ser fiel a las imágenes e iconografía de Cristo, recrea cuadros pictóricos que me recuerdan mucho a un Cristo Sangrante de David Alfaro Siqueiros, expresivo y violento, que reproduce “La Piedad” de Miguel Ángel y el dramatismo de Goya. Recrea de manera sorprendente a las imágenes en algunas iglesias mexicanas y latinoamericanas de Cristos sentados, lapidados y sangrantes, retrata a Cristo como nadie lo ha hecho y lleva su sufrimiento al extremo. Nadie dijo que una crucifixión es agradable, durante la pasión se suman todos los defectos del hombre, como si Jesús realmente estuviera pagando por todos los pecados de la humanidad pues no hay hombre que pueda soportar tal castigo. Tiene que soportar todo tipo de humillaciones, desde el mismo hecho de la crucifixión, castigo reservado para esclavos y criminales de la peor calaña, hasta la traición de los suyos.

Siempre hay visiones distintas de los hechos, creyentes y ateos pueden desmoronar los asuntos de su incumbencia, lo divino y lo terreno siempre disputarán su importancia en la interpretación de la historia. La Pasión de Cristo es una interpretación de los hechos que muestra el lado lapidario de una realidad que contrasta con atisbos y breves pasajes del Jesús milagroso y altruista que incluso tiene sentido del humor. No puedo precisar dónde ni quien, pero se dice que la imaginería Cristiana exagera la agresión corporal que sufrió Jesús para causar lástima entre los creyentes. La visión de Mel Gibson me hizo recordar lo anterior y claro que uno no puede hacer otra cosa más que sentir una angustia terrible por alguien que sufre. Su visión es brutal.

El diablo está presente en todo momento y se materializa en la imagen de Rosalinda Celentano. Quizá la importancia de la presencia de Satán, incongruente en el entorno “verídico” de los hechos, es ser el ente que recuerda la existencia de la vida espiritual de Cristo, lo tienta, lo azuza y lo hace elegir un camino, es una figura tan extraña atractiva, como inquietante, siempre del lado opuesto a María, siempre causando alucinaciones macabras.

La película inicia y termina en la oscuridad, cumple con el listado de sucesos históricos conocidos, la traición de Judas, la captura de Cristo y todos hasta la resurrección. Son pocos los milagros que se muestran, Verónica limpia la cara de Cristo y nunca vemos el manto con su imagen, vemos el sufrimiento del hombre en una progresión dramática ascendente que desquicia los sentidos, hasta que es clavado en la cruz y luego llega la calma, el descendimiento se da en paz y con delicadeza.

Si no fuera una historia conocida, La Pasión de Cristo carece del sentido que sustenta las acciones representadas, es el fragmento más escandaloso y quizá menos importante de la vida de uno de los hombres más trascendentes de la historia dentro y fuera del ámbito religioso. La cruz, la crucifixión, es el símbolo que acumula y representa a Cristo y su obra, y un actor llevado con la idea del director y un amplio bagaje de significados, hicieron de un ojo ensangrentado, de una mirada persuasiva y conmovedora, un gran misterio que cada uno podemos interpretar a placer y conciencia, con o sin llanto, lástima o desinterés. Es una película que sin duda, hace pensar y sentir

José Martín Sulaimán

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La Pasión de Cristo
(The Passion of the Christ)


Imagen © 2004 Icon Productions

Icon Productions, 2003
127 minutos

Dirigida por Mel Gibson
Escrita por Benedict Fitzgerald y Mel Gibson
Editada por John Wright

Elenco:
James Caviezel .... Jesus
Maia Morgenstern .... María
Monica Bellucci .... Magdalena
Hristo Shopov .... Poncio Pilato
Claudia Gerini .... Claudia Procles
Toni Bertorelli .... Annás
Mattia Sbragia .... Caifás
Francesco De Vito .... Pedro
Luca Lionello .... Judas
Rosalinda Celentano .... Satán

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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