Dirigida por Ridley Scott
Escrita por Marc Klein, basado en la novela de Peter Mayle
Editada por Dody Dorn
Elenco:
Russell Crowe .... Max Skinner
Albert Finney .... Tío Henry
Marion Cotillard .... Fanny Chenal
Tom Hollander .... Charlie Willis
Richard Coyle .... Amis
Didier Bourdon .... Francis Duflot
Luego de lidiar durante más de tres décadas con complicados efectos especiales, épicas medievales y violenta acción, no es extraño que el veterano director Ridley Scott haya decidido incursionar en la comedia romántica, quizás como experimento o quizás como simple capricho para lucir talentos que no son aparentes en sus más ruidosas y elaboradas producciones.
El resultado es "Un Buen Año", y si bien muestra el mismo celo visual y artístico de la filmografía de Scott, también cae en los mismos clichés y predecibles fórmulas inherentes al género... lo cual podría ser bueno o malo, dependiendo del gusto personal de cada espectador.
Curiosamente, la trama sigue el formato de "Cars" (y de todas las demás películas sobre el tema de "back to basics"): un personaje egoísta y aislado regresa a sus más simples raíces, donde descubre lo que se ha perdido de la vida, cambiando su actitud para siempre. En el caso de "Un Buen Año", el protagonista no es un automóvil, sino Max Skinner (Russell Crowe), un poderoso ejecutivo del mercado de valores londinense, cuyas feroces estrategias le han dado una enorme cantidad de dinero... y de enemigos. Entonces, sorpresivamente recibe noticia de que su Tío Henry (Albert Finney) ha fallecido, dejándolo como heredero del viñedo que la familia mantuvo durante décadas en la campiña francesa, y donde Max pasó buena parte de su niñez.
Entonces, para deshacerse lo más rápidamente posible de la hacienda y el viñedo, Max viaja a Francia, pero el contacto con los nativos, el familiar lugar y un par de mujeres (con muy distintas intenciones), harán al hombre dudar de su estilo de vida y evaluar sus prioridades para el futuro.
Evidentemente la película no ofrece sorpresa alguna, aunque se hace llevadera gracias a la espectacular cinematografía de Philippe Le Sourd y al ocasional humor fundamentado en ver al tipo duro Russell Crowe actuando como pez fuera del agua en su nuevo entorno campestre (al menos cuando no se siente falso y forzado). Sin embargo, los mejores momentos de la película son los recuerdos de la infancia del protagonista, en los que el genial Albert Finney (como el Tío Henry) y Freddie Highmore (interpretando a Max de niño) sostienen interesantes pláticas sobre la vida, el vino y lo que sea que el Tío desee inculcar en su sobrino. De hecho, me hubiera gustado que la película entera girara en torno a esa relación, y que no se centrara tanto en el predecible cambio de vida del adulto Max. Pero no fue así.
Sé que una buena parte del público disfrutará esta película por su amable humor, su familiar historia y sus magníficas locaciones. Y aunque disfruté hasta cierto punto de esos elementos, la cansada narrativa y el vacío emocional del libreto no me dejaron muy satisfecho. Por eso podría recomendarla sólo a los más acérrimos aficionados al cine de Ridley Scott y a los seguidores de las comedias románticas que no busquen originalidad, sino nuevas interpretaciones de las consabidas fórmulas. Después de todo, aún cuando Ridley Scott falla, lo hace con gran estilo y puntillosa atención a los detalles que evitan que "Un Buen Año" se convierta en un simple catálogo turístico de Provenza, Francia.
Calificación: 6