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The Asphyx
(The Asphyx)
Glendale, 1973
99 minutos

Dirigida por Peter Newbrook
Escrita por Brian Comport, basado en la historia de Christina Beers y Laurence Beers
Editada por Maxine Julius

Elenco:
Robert Stephens .... Sir Hugo Cunningham
Robert Powell .... Giles Cunningham
Jane Lapotaire .... Christina Cunningham
Alex Scott .... Sir Edward Barrett
Ralph Arliss .... Clive Cunningham
Fiona Walker .... Anna Wheatley

Imágenes © 1973 Glendale

El cine británico de terror estuvo dominado durante los sesentas y setentas por los venerables estudios Hammer Films y Amicus, cuyas obras (de variable calidad) perduran como testimonio de una época en la que el erotismo y el "gore" comenzaron a prevalecer, influyendo irremediablemente a varias generaciones de cineastas que eventualmente tomarían posesión del género.

Sin embargo hay una cinta casi olvidada, producida por el humilde estudio Glendale que, en mi opinión, merece tanto aplauso y veneración como las más famosas obras de Hammer Films. Esa cinta es, por supuesto, "The Asphyx", y al igual que las mejores muestras de cine fantástico británico (como "The Abominable Snowman", de 1957; y "Quatermass and the Pit", de 1967), fundamenta su guión en sólida especulación pseudo-científica que, aunque sea totalmente apócrifa (hasta donde sabemos), presta un aire de seriedad que acentúa el terror poniéndolo en un plano más creíble e inmediato. Después de todo, Drácula y el Hombre Lobo son meros personajes literarios, mientras que el ásfix... podría acecharnos en este mismo momento.

La película comienza con un breve prefacio ubicado en época actual (o actual en el momento de filmar la película) en el que vemos el resultado de un aparatoso accidente automovilístico. Varios policías examinan los autos chocados y uno de ellos trata de sacar el cadáver de un transeúnte atropellado. Para su horror, el "cadáver" se mueve y el policía exclama "¡Este hombre aún está vivo!".

A continuación saltamos al pasado, hasta fines del siglo diecinueve, donde encontramos al noble Sir Hugo Cunningham (Robert Stephens) anunciando su próximo matrimonio con la afable Anna Wheatley (Fiona Walker). Sir Hugo enviudó años atrás y por sí solo educó a sus hijos Clive (Ralph Arliss) y Christina (Jane Lapotaire), y a su hijo adoptivo Giles (Robert Powell), por lo que los jóvenes están encantados al ver que su padre ha encontrado una buena mujer para acompañar su edad madura. Para conocer mejor a su futuro marido, Anna pregunta a Sir Hugo sobre sus célebres investigaciones científicas; luego de dudarlo un poco, el hombre revela la curiosa naturaleza de su trabajo: fotografiar gente muerta o a punto de morir para capturar la imagen del alma abandonando el cuerpo. Anna se sorprende un poco, pero acepta la explicación para no arruinar la celebración de su compromiso matrimonial.

Desafortunadamente la celebración se amarga con una tragedia: probando su nueva cámara de cine, Sir Hugo filma a sus hijos remando en un apacible río... pero Clive golpea su cabeza contra una rama traicionera, enviando a pique su lancha junto con Anna. Ambos mueren ahogados.

Semanas después del funeral, Sir Hugo se da a la sombría tarea de revelar la película que filmó aquel fatídico día, explicándole a Giles que quiere tener algún recuerdo de su hijo. Para su sorpresa, la película muestra en movimiento lo que Sir Hugo ha buscado: una extraña forma oscura parece flotar junto a Clive al momento mismo del impacto que le quitó la vida. Ambos hombres observan fascinados el fenómeno fotográfico, y luego de un momento notan algo inesperado: la sombra no sale del cuerpo de Clive, sino que se acerca a él un momento antes del golpe.

Luego de una larga investigación, Sir Hugo tiene una extraña teoría: los griegos creían en la existencia de un espíritu de la muerte, llamado "ásfix", el cual posee a las personas a punto de morir, terminando así su vida. Entonces el científico desarrolla una extraordinaria teoría... si el ásfix personal de alguien es capturado, la persona se volvería inmortal, pues el extraño espíritu sería incapaz de poseer a su víctima. Pero, ¿cómo capturar a ese espíritu?

Sir Hugo especula que logró fotografiar al ásfix gracias a la emulsión fotográfica especial que él mismo prepara a base de fósforo y otros compuestos químicos. Entonces, gracias a una inesperada prueba que realiza en el momento de una ejecución pública, se da cuenta de que su linterna de fósforo tiene la capacidad de retener a la intangible criatura.

Así llega el día del primer experimento. Sir Hugo envenena a un roedor y logra capturar a su ásfix en el haz de luz verdosa que emite su reflector de fósforo. El ásfix es entonces aislado en una caja de metal que contiene un emisor de la misma luz. Ahora el pequeño roedor es inmortal.

El siguiente paso, obviamente, es experimentar con un humano, y Sir Hugo encuentra a un moribundo que acepta participar en el curioso experimento. La experiencia es perturbadora y el individuo eventualmente muere, pero no antes de probar parcialmente la teoría de Sir Hugo, quien desea a continuación someterse al mismo proceso, aún contra los consejos de su hijo Giles. El experimento es indeciblemente tortuoso, pero Sir Hugo cumple su propósito gracias a la inesperada ayuda de su hija Christina, quien queda horrorizada cuando su padre le explica la situación. Peor aún, Sir Hugo exige que tanto ella como Giles se sometan al proceso, pues así vivirán para siempre como una familia unida por su inmortalidad. Con muchas reservas los jóvenes aceptan y así comienzan los preparativos... pero Sir Hugo se da cuenta de que el precio de la inmortalidad es demasiado elevado... y de que algunas veces el pecado lleva incluida la penitencia.

Una de las cosas que más destacan en "The Asphyx" es la humanidad y benevolencia de sus personajes. Realmente no hay villanos en la cinta, y si Sir Hugo llega a extremos horripilantes es sólo por su benigna obsesión por preservar a su familia. Aunque nominalmente llevaría el papel de "científico loco", Sir Hugo es en todo momento un caballero sensible y lógico que trata de beneficiar a la humanidad con su descubrimiento. En ningún momento planea controlar al mundo u obtener ganancias ilícitas. Lejos de ello, poseedor de una gran fortuna, el protagonista no pierde oportunidad de ayudar a sus semejantes. Por eso es doblemente trágico el desenlace de la cinta, donde vemos que aún con buenas intenciones es peligroso hurgar en el mundo oculto.

Las actuaciones reflejan ese humanismo natural. Absteniéndose de caer en exageraciones góticas, el elenco de "The Asphyx" entrega actuaciones sólidas y controladas, carentes del melodrama que el sórdido argumento podría sugerir. Y al no contar con obvias "estrellas" (como lo eran Christopher Lee o Vincent Price en aquella época), los intérpretes adquieren credibilidad adicional al no verse prejuzgados por la audiencia.

La "ciencia" de "The Asphyx" es obviamente risible, pero su serio tono aporta inusual convicción a sus explicaciones. En la cinta, el mundo oculto no incluye fantasmas ni supercherías sobrenaturales, sino simplemente un orden natural desconocido por los científicos de la época. No hay nada supersticioso en la captura de los espíritus, y aunque no se hace referencia específica, se antoja posible que Sir Hugo considere al ásfix como una criatura natural, pero hasta entonces críptica. Después de todo, su apariencia es más similar a la de una criatura submarina que a la de un tradicional monstruo o fantasma.

El desenlace es predecible, pero aún así guarda cierto impacto una vez que conocemos la benévola personalidad del protagonista, quien es sólo víctima de sus buenas intenciones. Y, aún para 1972, los efectos especiales de "The Asphyx" son primitivos, pero su impacto es todavía efectivo, combinando la inesperada imagen de la criatura con el excelente diseño de audio. Todo eso hace de "The Asphyx" una memorable experiencia que se mantiene interesante a pesar de sus limitaciones técnicas y de su avanzada edad. Pero, más allá de los elementos técnicos, su atractivo reside en el sobrio tono victoriano de razón científica sobre ignorante superstición... y su obvia advertencia contra alterar el orden natural. Sin embargo, estando en el lugar de Sir Hugo Cunningham ¿podríamos resistir la tentación?

Gracias a Horror-Wood.com por las imágenes incluídas.

Pablo del Moral

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