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They Live
(They Live)
Alive Films, 1988
Estados Unidos, 93 minutos

Dirigida por John Carpenter
Escrita por "Frank Armitage" (John Carpenter), basado en la historia corta "Eight O'Clock in the Morning", de Ray Nelson
Editada por Gib Jaffe y Frank E. Jimenez

Elenco:
Roddy Piper ... Nada
Keith David ... Frank
Meg Foster ... Holly Thompson
Peter Jason ... Gilbert
Raymond St. Jacques ... Predicador
George 'Buck' Flower ... Vagabundo

Imágenes © 1988 Alive Films

Uno de los mejores atributos del director John Carpenter ha sido la costumbre de acompañar muchas de sus películas de acción, terror o ciencia ficción, con interesantes ideas sobre variados temas. Claro, no todas tienen esa ventaja (encuentro imposible defender bodrios como "Memoirs of an Invisible Man" o "Ghosts of Mars"), y no siempre es evidente (como el cuestionamiento religioso de "Prince of Darkness"), pero cuando funciona su estrategia, el resultado es inteligente, entretenido y emocionante.

No sé si "They Live" sea la mejor muestra de esa práctica. Después de todo, su mensaje político es tan obvio y burdo que corre el riesgo de volverse arrogante. Pero la película es tan divertida que tiendo a disculpar sus excesos en aras de sus buenas intenciones y de su exuberante energía.

"They Live" se filmó en 1988 como una protesta contra las políticas económicas elitistas de Ronald Reagan en esa década, pero su mensaje fundamental persiste hasta hoy. Peor aún, las circunstancias que critica "They Live" se han acentuado de tal modo que en muchas instancias la película se queda corta, palideciendo frente al actual estado de los derechos humanos, la equidad de clases y la manipulación de la gente por los medios de comunicación.

"They Live" comienza con la llegada del protagonista Nada (Roddy Piper) a la ciudad de Los Ángeles. La mala situación económica en su pueblo natal lo ha obligado a emigrar en busca de trabajo en esa próspera ciudad de California, pero la realidad que encuentra no es mucho mejor: contrastando con los elegantes rascacielos, el centro de la ciudad alberga indigentes y polvorientos terrenos donde los pobres de la ciudad encuentran refugio, viviendo en cajas de cartón y tiendas de campaña. Nada se instala en el humilde campamento y se hace amigo de Frank (Keith David), otro "homeless" que trabaja en una construcción para enviar dinero a su esposa e hijos, que están al otro lado del país.

Durante la noche, los indigentes ven televisión, y los bobos programas y frívolos comerciales son interrumpidos ocasionalmente por un hombre que trata de arengar a la población: "Nos tienen en un estado de sopor parecido al sueño; somos animales, mascotas y ganado para 'ellos'". Pero, lejos de escuchar, la gente se queja del "hacker" que interrumpe la transmisión con sus paranoicos mensajes que, curiosamente, causan dolores de cabeza a quienes los ven.

Entonces, Nada empieza a notar extraños movimientos en una iglesia vecina y, cuando investiga, descubre que el modesto edificio es el origen de las transmisiones subversivas.

A la noche siguiente, Nada presencia algo aún más extraño: un auténtico ejército de fuerzas de choque, policías y vehículos de demolición atacan la iglesia y brutalmente golpean a los ocupantes que no lograron huir. No contentos, los policías destruyen el campamento de indigentes, pero Nada y otros escapan de la masacre.

Al día siguiente Nada se introduce a las ruinas de la iglesia y encuentra un escondite con una caja. Intrigado, se la lleva a un callejón y descubre... lentes oscuros. Decepcionado por el prosaico hallazgo, decide ponerse los lentes oscuros... y su vida cambia.

El mundo a través de los lentes sugiere cosas terribles: un gran número de personas (usualmente los ricos y poderosos) son en realidad alienígenas de cadavéricos rostros; todos los materiales publicitarios impresos llevan mensajes ocultos que ordenan a la población humana a obedecer, consumir, ver más televisión, casarse y reproducirse. Nadie ve a esas criaturas ni los siniestros mensajes, pero los lentes de algún modo revelan esa tenebrosa realidad.

Impulsado por la sorpresa y la frustración Nada insulta a algunos extraterrestres. Estos, dándose cuenta de que el indigente puede ver su auténtica apariencia, llaman refuerzos, que llegan en la forma de policías. Nada lucha con ellos y roba un arma; luego de matar a varios extraterrestres, escapa con la ayuda Holly Thompson (Meg Foster), quien se rehúsa a creer los desvaríos del fugitivo.

Libre, pero perseguido por los extraños, Nada encuentra a Frank y le ofrece los mágicos lentes para que conozca la verdad. Frank rehúsa, pues simplemente no quiere hacer olas, ni poner en riesgo su libertad ni la oportunidad de reunirse con su familia. Entonces llega la más famosa escena de la pelicula: una pelea a puño limpio que dura casi seis minutos, en la que cada hombre trata de convencer al otro. Eventualmente Nada obliga a Frank a ponerse los lentes y, naturalmente, queda pasmado ante la triste verdad del mundo "real". Entonces, tras contactar a un miembro de la resistencia, acuden a una reunión donde se planea la insurrección humana.

Gilbert (Peter Jason), el líder de los rebeldes, advierte que la violencia aislada no servirá de nada... los extraños controlan el gobierno, la industria y la ley, y de nada servirán ataques menores. En vez de eso, hay que identificar y destruir los emisores de las transmisiones que nublan la mente de la población, para revelar de una vez la auténtica naturaleza de nuestros "amos". Sobra decir que Nada y Frank terminan eventualmente en posición de lograr eso... pero no será tan fácil, pues el tamaño de la conspiración es mucho más grande de lo que ambos suponen...

Soy el primero en admitir las posibles fallas de "They Live": Luego de un fascinante inicio, la película degenera rápidamente en acción y violencia no totalmente justificada; las actuaciones son apenas funcionales y los efectos especiales resultan francamente risibles. Pero la hábil dirección de John Carpenter y el expresivo lenguaje cinematográfico con el que enriquece el relevante mensaje la hacen siempre entretenida e interesante.

Pero quizás la violencia sí está justificada... la famosa pelea de casi seis minutos podría ser una pueril muestra de la afición de Carpenter por la lucha libre (Roddy Piper y Keith David fueron luchadores), pero se ha especulado que su larga duración (alternativamente humorística e irritante) es una metáfora del esfuerzo que hará la gente por resistirse a aceptar un cambio (social o mental). En la pelea, Frank es naturalmente incrédulo... pero ni siquiera acepta ver la evidencia que lo convencería. Igualmente las balaceras y explosiones de la segunda mitad de la película se prestan a interpretación. ¿Está sugiriendo Carpenter que tomemos las armas para combatir a los elitistas opresores? No necesariamente. Al igual que expresó en "Escape From New York" (y con mucha menor sutileza en "Escape From L.A."), no son las armas mismas lo que produce el cambio, sino una manifestación suficientemente ruidosa y llamativa que pueda derrumbar la fantasía mantenida por los dictadores. No hace falta decir que algunas facciones radicales modernas toman ese consejo muy seriamente.

Otro aspecto interesante de la película es la presencia de humanos que colaboran voluntariamente con los extraterrestres para sojuzgar a la población "normal". Cuando uno de ellos es interrogado por Nada y Frank, su argumento es difícil de refutar: "Diariamente nos vendemos y comprometemos nuestros principios para sobrevivir... ¿por qué no hacerlo para el lado ganador?" Quizás tenga razón. A fin de cuentas no importa quiénes estén arriba y quiénes abajo... si los papeles se invirtieran, las cosas serían exactamente iguales.

Su obvio mensaje y su humilde producción quizás evita que más gente considere "They Live" como una fascinante muestra de genuina ciencia ficción, pero de todas formas posee elementos suficientes para disfrutarse en muchos niveles, tanto si queremos insertar nuestras creencias personales o si sólo buscamos satírico entretenimiento. Es una lástima que John Carpenter no haya tenido tanta suerte en décadas recientes, pero durante los setentas y ochentas su clara voz ofreció entretenimiento de primera línea acompañado de válidos mensajes. Dependía de cada quien verlos o ignorarlos. O, simplemente, negar su presencia.

Pablo del Moral

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