Archivo de
Películas del Mes:

Nemesis

Bad Taste

The Andromeda Strain

They Live

Rolling Thunder

The Crazies

Dark City

The Deadly Spawn

Galaxy of Terror

The Hidden

Creepshow

Gojira

Phantasm

From Beyond

The Asphyx

Deadlier than the Male

Prince of Darkness

Double Indemnity

Miracle Mile

Spider Baby

Deep Rising

Phenomena

The Wicker Man

Street Trash

Eraserhead

Mystery Science
Theater 3000: The Movie

Tank Girl

Dead and Buried

Phantom of the Paradise

Cannibal Women in the Avocado Jungle of Death

The Quick and the Dead

Videodrome

subUrbia

Hellraiser

Clueless

The Abominable Snowman

Undercover Brother

The Devil Rides Out

The Crimson Pirate

Logan's Run

The Commitments

Quatermass
and the Pit

Bound

Day of the Dead

The General

Perfect Blue

Bringing Up Baby

Freaks

Monty Python
and the Holy Grail

Killer Klowns
From Outer Space

The Big Picture

Night of the Creeps

Kalifornia

Labyrinth

Fast Times at
Ridgemont High

The Return of
the Living Dead

The Roaring Twenties

Re-Animator

All I Wanna Do

Evil Dead 2

M

Ghost in the Shell

Beyond the Valley
of the Dolls

The Frighteners

JFK

The Adventures of Buckaroo Banzai Across the 8th Dimension

Chasing Amy

Dawn of the Dead

The Big Sleep

The Thing

A Night at the Opera

Starship Troopers

Ferris Buller's Day Off

Tron

Mallrats

Evil Dead

Clerks

Tetsuo

The Breakfast Club

The Day The Earth
Stood Still

Heathers

The Parent Trap

The Haunting (1963)

Can't Hardly Wait

Dawn of the Dead
(Dawn of the Dead)

Laurel Group, 1978
126 minutos

Dirigida y editada por George A. Romero
Escrita por George A. Romero y Dario Argento

Elenco:
David Emge .... Stephen Andrews
Ken Foree .... Peter Washington
Scott H. Reiniger .... Roger DeMarco
Gaylen Ross .... Francine Parker
Tom Savini .... Motociclista

Imágenes © 1978 Laurel Group

Es indudable que el horror fílmico es el patito feo de la cinematografía mundial. Y en cierto sentido merece esa clasificación.

Por cada joya clásica que enaltece el género (como "The Phantom of the Opera" (1925), "Dr. Jekyll and Mr. Hide" (1931) o "The Thing From Another World" (1951) tenemos decenas de películas de nulo valor narrativo cuya única intención es explotar el inherente gusto por lo fantástico que comparte gran parte del público, y con gran alharaca invitarlos a pagar por ver un producto muy alejado de la promesa que hace la publicidad de la película.

Una de las peores consecuencias de ese fenómeno (además de la existencia y contínua producción de cintas como "Valentine", "Urban Legends 2" o "End of Days") es que existen numerosas obras de enorme valor respecto al género de terror e incluso respecto a la cinematografía universal, que son víctimas de la injusta generalización que la crítica impone al género. Y entre las películas más injustamente "segregadas" están dos terceras partes de "La Trilogía de los Muertos", dirigidas por el enigmático George A. Romero.

Nadie duda que "Night of the Living Dead" (1968) es uno de los puntales del terror; su cruda fotografía en blanco y negro, su pesimista tono y más que nada las terroríficas imágenes que el director dejó indeleblemente dibujadas en la cultura popular han convertido a esta cinta en un ícono inmortal, invocado por muchos como punto de comparación de centenares de obras de tema similar pero pobre ejecución.

Pero las secuelas de "Night of the Living Dead" han sido injustamente ignoradas, tal vez bajo la generalizada creencia de que "segundas partes nunca fueron buenas". Tampoco ayudó la avalancha de imitadores (particularmente aquellos provenientes de Italia) que en pocos años viciaron la memoria de la trilogía con incontables películas con la palabra "Dead" en el título, y que explotaban la fama de la obra de Romero para atraer al público con refritos de la misma básica trama pero carentes de las ideas de fondo que marcan la diferencia en la "auténtica" trilogía.

Cuando vi por primera vez "Dawn of the Dead" me encontraba en el típico frenesí adolescente por las películas de horror. "Entre más sangre, mejor", era mi lema, y en los contados números de la revista Fangoria que en aquella época lograba conseguir, siempre se hablaba reverencialmente de la trilogía de Romero y de los efectos especiales del decano Tom Savini, a quien yo admiraba ya por su excelente trabajo en "Creepshow", las variadas "Friday the 13th" y la perturbadora "Maniac", entre otras. Pero de ninguna manera esperaba el impacto emocional que produciría en mi la película. Ni esperaba que el impacto fuera por algo diferente a los viscerales efectos.

La historia de "Dawn of the Dead" es una continuación de "Night...": los muertos se levantan para comerse a los vivos. Las razones son vagas; tal vez tenga que ver algún tipo de radiación traida a nuestro planeta por una sonda enviada a Venus. Tal vez, como el anciano sacerdote dice en la película: "Cuando ya no haya espacio en el infierno, los muertos caminarán en la Tierra". Como quiera que sea, al inicio de "Dawn of the Dead" nos encontramos en una estación televisora, donde los desconcertados comentaristas reportan las inusuales noticias y los expertos científicos dan consejos sobre cómo deshacerse de los cadáveres vivientes que asolan al mundo. La epidemia de muertos reanimados se extiende debido a la renuencia de la gente por decapitar a sus familiares fallecidos. Nadie acepta que su querido hijo, hermano o padre sea capaz de resucitar convertido en un zombie devorador de carne humana. Asi conocemos a Francine, quien con su novio Stephen planea escapar de la ciudad en el helicóptero de la televisora. Mientras tanto, Roger y Peter, miembros del escuadrón S.W.A.T. ayudan a la policía a eliminar zombies en un edificio multifamiliar. Roger también es parte del plan de Stephen, y decide invitar a Peter. Los cuatro montan al helicóptero y escapan sin rumbo fijo, viendo desde el aire el caos y destrucción que el levantamiento de los muertos ha ocasionado. Entonces, más por falta de combustible que por seguir un plan, descienden en el techo de un centro comercial. Su intención inicial es buscar provisiones, pero luego de pensarlo un rato deciden quedarse en el Mall, viendo que será fácil expulsar a los zombies y sellar las entradas. Así tendrán todas las facilidades del centro comercial y asegurarán su superviviencia, al menos por un tiempo, mientras el mundo exterior vuelve a la normalidad. Al principio todo parece salir bien... vivir en el Mall es una especie de fantasía hecha realidad, con todas las comodidades a su fácil alcance. Entonces, se rompe el equilibrio de su mini-universo: un grupo de rijosos motociclistas ansiosos por saquear el Mall rompen las puertas y dejan entrar de nuevo al ejército de zombies que vaga en los alrededores. En pequeña parte por necesidad y en gran parte por deporte la pandilla de vándalos se da a la tarea de torturar y destruir tantos zombies como sea posible, sin darse cuenta de que ahí habitaba un pequeño grupo de humanos. En la confusión que se da por la lucha entre motociclistas y zombies, los dos sobrevivientes humanos logran escapar... pero ¿a dónde?.

La simple trama de "Dawn of the Dead" tiene como principal función el poner un espejo frente a la humanidad para permitirnos explorar sus vicios y actitudes, tan negativas y absurdas como el ansia consumista post-mortem que impulsa a los zombies a visitar el centro comercial. Romero sabe que los humanos somos tan monstruosos en nuestro comportamiento hacia los demás como los zombies, y no pierde tiempo para señalar sutilmente las semejanzas entre los cadáveres reanimados y la población del mundo occidental. La metáfora del zombie con el consumidor promedio es evidente. Vivimos en un estupor consumista propiciado por el continuo bombardeo de publicidad que explota nuestras inseguridades para lograr que los titanes transnacionales ganen más dinero. Y lo peor es que permitimos e incluso agradecemos el estupor, como forma de llenar nuestras vidas, carentes de significado por pertenecer a la monolítica maquinaria de producción, en la que nuestras vidas intelectuales y emocionales quedan en segundo o tercer plano frente a la necesidad de trabajar para subsistir. Entonces, nos vemos reducidos a aceptar emociones artificiales, en forma de cine y televisión, y a que los mismos nos den el significado de la felicidad, en forma de consumo, pues no tenemos tiempo siquiera de cuestionar su significado para nosotros mismos.

Eso es lo que Romero implica. Y el final de "Dawn of the Dead", ligeramente optimista por la supervivencia de unos pocos, pero fatalista por la continuidad de la situación global, es un testimonio de las expectativas que el director tiene de la humanidad. A lo más que podemos aspirar es a darnos cuenta de la situación, aunque de nada nos valga el conocimiento. Somos zombies y tambaleantes nos desplazamos por el palacio de consumo que es nuestra vida, tropezando a cada paso con el monstruo humano.

Pablo del Moral

Google
 
Web www.cinencanto.com